—¿Has dicho socio? —la voz de Zhan se quebró en mitad de la frase. Sus piernas flaquearon y se sentó en el cajón más cercano con un ruido sordo. Su perra saltó de sus brazos—. ¿Qué quiere decir… con socio?
—Es fácil. Que compartimos la propiedad.
"Oh, no, Yang. No puedes haberme hecho esto"
—¿La propiedad de qué exactamente?
—De este campo, de estás hectáreas de terreno a tu alrededor.
Zhan tragó saliva y se pasó la lengua por la boca reseca.
—¿Quieres decir que Yang me dejó parte de EQUUS?
—La mitad de todo lo que hay. ¿Tienes algún problema con eso?
—¡Claro que sí! Es demasiado, es… —la emoción lo ahogaba, y Xiao tuvo que hacer una pausa antes de continuar—. No lo entiendo. ¿Por qué no dijo nada? ¿Por qué nadie me ha dicho nada?
—En el testamento de Yang había una cláusula según la cual yo tenía que venir a decírtelo personalmente.
Zhan sacudió la cabeza lentamente. Aquello no tenía el menor sentido. Su jefe siempre había sido un hombre derecho y reflexivo que no hacía nada sin una buena razón. Aquello no podía ser un capricho.
—Supongo que a tu familia no le ha hecho ninguna gracia.
—Se podría decir que no están muy entusiasmados por nuestro "pequeño" regalito —dijo haciendo énfasis en el tamaño.
Xiao Zhan se revolvió instintivamente.
—¡No lo digas así! Yo no esperaba nada. Ni quiero nada —sus brazos se abrieron en un gesto implorante—. ¿Por qué hizo esto, Yibo?
—Vaya, ni idea, Zhan. Alguien podría pensar que fue porque haces muy bien tu trabajo.
El rostro de Xiao se encendió para vaciarse de color al instante. No podía estar insinuando que él y Yang…
Atónito, lo observó, acostado en la cama con su media sonrisa burlona, y de repente el color volvió a su rostro con un fogonazo rojo.
—¡Pues sí! —dijo entre dientes—. Hago muy bien mi trabajo. Por eso me contrató. Y espero que no estés sugiriendo que me he ganado este regalito haciendo otra cosa que no sea el de adiestrar los caballos y ocuparme de este campo.
Furioso, le arrancó la almohada de detrás de la nuca, pensando por un momento asfixiarlo con ella.
—Hey, tranquilo. Solo lo han dicho algunas personas por ahí.
Parecía dar a entender que algunas personas eran el resto de la familia de Yang, no Yibo. Eso debía haberlo hecho sentirse mejor.
¿Pero entonces por qué se sentía tan despreciado?
Furioso y dolido, lanzó la almohada a un rincón. Le daba igual lo que Wang Yibo pensara de él. Pero no soportaba que estuviera tumbado en su cama y tratará el legado de Yang con la mayor falta de respeto.
—¿Y qué hay de tu mitad, Yibo? ¿Qué piensa tu familia?
—Les ha tocado el resto de la fortuna de Yang —dijo él encogiéndose de hombros—. Supongo que a mí me ha tocado el premio de consolación.
Él dio un paso adelante con las manos en las caderas y lo miró con todo el desdén que le inspiraba el comentario.
—¿De verdad crees que te mereces un premio como esté?
Él apoyó la cabeza contra la pared de cemento con los ojos entrecerrados.
Ya no sonreía.
—¿Qué quieres decir?
—¿Dónde estabas cuando tu padre te necesitaba? ¿Qué hacías mientras tus hermanos se turnaban haciendo guardia junto a su cama? Era a ti a quien quería ver, Yibo. Era por ti por quien preguntaba. ¿Y tú dónde estabas? Oh, sí, cierto...viajando tan feliz en no sé qué país del mundo.
Yibo se levantó muy despacio. Sus ojos tenían un brillo oscuro y Zhan dió un paso atrás, pero su voz sonó indiferente.
—¿Eso te dijo Kai?
Zhan tragó saliva y asintió.
¿Había tocado alguna fibra sensible?
—¿Y te dijo también lo que se esforzó por encontrarme? ¿Te dijo que ni siquiera dejó un mensaje en mi contestador?
—No debería haber tenido que buscarte.
—¿Y cómo debía saber yo que Yang estaba enfermo?
Era cierto. Yang no había dicho nada a nadie sobre su diagnóstico. Ni una palabra hasta que fue demasiado tarde. Pero Yibo tampoco lo había llamado en un buen tiempo.
—Lo siento, Yibo —instintivamente Zhan posó una mano comprensiva sobre su brazo.
—Bueno, eso ya es historia —dijo Yibo indiferente al tiempo que retiraba el brazo. No necesitaba ni la compasión de aquel hombre ni la sensación de culpabilidad que sentía por la forma en que habían ocurrido las cosas. Ambas eran inservibles. Se dió media vuelta con brusquedad en busca de algo en que concentrar su atención, y lo encontró en aquellas paredes desnudas, el suelo de cemento, los muebles baratos y los cajones de mudanzas—. ¿Qué haces viviendo aquí?
—¿Por qué lo dices? —dijo él sacudiendo la cabeza levemente.
—Kai me dijo que antes vivías en la casa, pero que te habías mudado. Me imaginé que afuera de la propiedad. ¿Por qué demonios te has instalado en este espacio junto al establo?
—No me parecía bien quedarme en la casa —dijo Zhan secamente.
—¿Es que no has podido encontrar nada mejor?
—No tenía… —se detuvo en seco e intentó cambiar el rumbo del comentario—. Tenía que estar aquí, cerca de los caballos. No pasa nada.
—Kai debería haberme dicho que estabas viviendo aquí.
¿Pero cómo iba a decírselo?
Yibo no le había dado la oportunidad. Le habían enfurecido tanto las constantes evasivas de su hermanastro que se había dado media vuelta, había saltado al auto descapotable y había ido directamente al campo. Se pasó una mano por la cara preguntándose qué había sido de su lógica, ya que había desaparecido a la vez que su habitual serenidad.
—Si hubiera sabido que estabas viviendo aquí, no me habría sorprendido ver luz.
—Por eso bajaste al establo —dijo él con una sonrisa de alivio—. Algo me despertó y encendí la luz, pero no sabía qué era y volví a apagarla. Cuando te oí fuera me llevé un susto de muerte.
—Lo siento. Parece que los dos nos confundimos.
Sin saber cómo, aquella sonrisa diluyó la irritabilidad de Yibo, que a su vez sonrió. Y percibió algo en la expresión de Zhan, en el suave rubor de sus mejillas, que le recordó cuando se habían tocado en la oscuridad del establo. Aquellas pequeñas manos deslizándose sobre su camisa y sus pantalones. Su mano en el suave vientre de aquel joven, en su torso, cadera. Una intensa y sorprendente llamarada de calor invadió su cuerpo.
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Que tengan una linda semana Santa en familia ☺️👌 ¡Cuídarse muchito! Hasta el domingo, tirando para Lunes😅💕
