Entrega

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Durante lo que pareció una eternidad Zhan sostuvo su mirada. Los ojos entrecerrados de Yibo parecían querer asomarse a su alma.

Entonces sonrió lentamente.

Se acercó a Yibo aliviado y tembloroso. Wang tomó su rostro entre las manos y tocó su frente con los labios. Fue un beso inesperado y exquisitamente tierno.

-Gracias a Dios que has cambiado de idea -susurró. El corazón de Zhan se ensanchó hasta que pareció que iba a salirsele del pecho.

Entonces lo besó. De verdad.
Yibo percibió el perfume de la naturaleza en sus labios, y su boca se asentó hambrienta sobre la de él. Zhan sintió entonces el verdadero sabor de Wang en sus labios, en su lengua, en toda su boca. Podría haberlo besado durante horas, o días, pero entonces la lengua de Yibo se deslizó en su interior y la sacudida de deseo fue instantánea y dolorosamente intensa.
Necesitaba tocarlo, sentirlo contra su piel. Hizo descender sus manos por aquella poderosa espalda y al encontrar sus nalgas las apretó contra él. Con un gemido grave y hambriento separó su boca de la de Yibo y enterró la cara en su cuello. Saboreó la lluvia en su piel mientras percibía en la lengua su pulso desbocado.
Las manos de Yibo se posaron en sus caderas y buscaron hasta el doblez de la toalla que llevaba aún tapando su sexo ya despierto.

¿Cómo era posible que una caricia tan suave ardiera como una brasa encendida?

Wang se apartó un poco y él notó cómo tiraba suavemente de la toalla. Al momento no sintió más que el aire fresco. Durante un instante se sintió expuesto y vulnerable, desnudo ante ese hombre. Entonces lo oyó tomar aire y sintió cómo aquellas manos cubrían su torso. Con los ojos aún cerrados percibió el movimiento del aire cuando él hundió la cabeza en el. Sus ojos se abrieron de par en par al sentir aquella lengua musculosa y suave girar alrededor de un pezón furiosamente erecto.

Zhan hundió sus dedos en el pelo fresco y mojado de Yibo y apretó su cabeza contra sí, apartándolo al instante.

-Déjame tocarte -susurró.

-Podrás tocarme todo lo que quieras cuando me haya librado de estos condenados pantalones.

Él apretó las caderas contra aquellos condenados pantalones y un escalofrío sacudió su cuerpo. Mientras le desabotonaba y bajaba el cierre tan rápido como podía pudo oír su afilada respiración, y al momento tuvo delante la evidencia de su deseo.
Aquello era mucho Yibo. Mucho, muy grande y muy duro.
Zhan sintió que se le iba la cabeza al sentirse deseado de lo que se había sentido nunca. Porque ahora veía cuánto lo deseaba Yibo.

Yibo soltó un leve gruñido, pasó las manos por debajo de sus nalgas y lo alzó en volada.

-Vamos a buscar una cama.

Empujó la puerta con un hombro y seis pasos después Zhan se sintió caer sobre un suave cubrecama. Para cuando su cabeza dejó de dar vueltas, el pantalón de Yibo había desaparecido. Pensó que para ser un hombre tan tranquilo podía moverse muy rápido cuando quería.
Ya completamente desnudo, se abalanzó sobre él, reclamando su boca con la misma ansia con que deseaba su cuerpo, hundiendo la lengua en aquellos labios hinchados de besos. Lo había deseado desde el momento en que él le había puesto las manos encima aquella noche, pero no había imaginado que ese deseo se apoderó de Yibo con tal violencia. Ya no podía pensar en ir despacio, en saborear el momento. Solo podía pensar en estar dentro de él.

Alto ahí, Wang, se dijo de repente.

Quería mirarlo, y quería saborearlo. Por todas partes. Deslizó una mano entre sus piernas y lo sintió estremecerse.

-Por favor, Yibo... -suplicó él apretando las caderas contra su cuerpo, invitándolo.

-Sí, cariño, yo también lo quiero. El problema es que te quiero todo, y lo quiero todo a la vez -murmuró mientras aquella mano tomaba su sexo húmedo de pre semen-. Estás tan duro.

UNCONDITIONAL TO YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora