Carta

1.7K 277 40
                                        

–¿Hay alguien en concreto a quien no quieras despertar?

La pregunta sobresaltó a Zhan tanto que dejó caer las botas de trabajo que llevaba en la mano. Al volver la cabeza notó un tirón en el cuello.

¡Perfecto!
Lo que me faltaba era una tortícolis.

Se frotó la zona dolorida con una mano y lanzó una mirada asesina al responsable. Apoyado en la puerta del despacho con una taza de café en una mano y un montón de papeles en la otra parecía demasiado despierto a las cinco y media de la mañana.

–No esperaba verte levantado tan pronto –admitió él.

–Aún no me he ajustado al cambio de horario. Me acosté a las diez, pero a las tres estaba despierto. ¿Lo has pasado bien?

–Mucho –recalcó Zhan. Y no era del todo mentira. Darren había llegado tarde de una urgencia de última hora, y en vez de ir al restaurante había encargado comida al domicilio. Darren se había quedado dormido a mitad de la película de acción que acompañaba la comida y Zhan se había quedado viendo la televisión hasta altas horas y repitiendo que prefería una velada cómoda y sin sobresaltos a una noche impredecible y peligrosa.

Es decir, a una velada de vino y carne a la parrilla con Yibo.

–El café está caliente –propuso Wang.

–No, gracias –se excusó Zhan, poniendo a prueba una vez más su fuerza de voluntad–. Me tomaré un jugo. Tengo mucho que hacer. Recogió sus botas del suelo y puso rumbo a la cocina.

–¿Siempre empiezas tan pronto? –preguntó Yibo a su espalda.

–Casi siempre –dijo él, reprimiendo el impulso de tirarle las botas.

Según tomaba un vaso y abría el refrigerador sintió aquella cálida mirada desde la nuca a los pies.

–¿Seguro que no quieres un café?

Él murmuró una negativa mientras metía la cabeza aún más en el refrigerador e intentaba recordar qué estaba buscando. Finalmente cerró la puerta y comprobó que Yibo seguía observándolo. El efecto ligeramente refrescante del refrigerador se evaporó al instante.

–Hasta luego –dijo mientras tomaba una manzana del frutero y salía de la cocina a toda velocidad.

–¿Eso desayunas? –preguntó Yibo siguiéndolo hasta la puerta trasera.

–No me gusta desayunar fuerte –mintió él–. Suelo comer algo después de hacer correr a los caballos. Es lo que hacemos siempre ZhuoCheng y yo a primera hora.

–ZhuoCheng llegará un poco tarde, pero si quieres…

–¿Qué significa un poco tarde? –saltó él.

–Las diez o las once –dijo Wang como si no tuviera importancia.

–Podrías habérmelo dicho.

–Lo intenté anoche, pero saliste disparado sin darme tiempo a decírtelo.

Era cierto, pero no por ello resultaba más fácil de digerir.

–Te agradeceré que me consultes antes de darle más tiempo libre –dijo con voz tensa.

–Claro –su voz sonó conciliadora, pero al agacharse para ponerse las botas Zhan percibió cierta frialdad en su mirada–. Por si te interesa la razón, su madre quería que la llevara al cementerio.

El cementerio.

Una oleada de remordimiento sacudió su cuerpo. Era el aniversario de la muerte del padre de Cheng, y él debía haberse acordado. Él debía haberle dado la mañana libre. Y ZhuoCheng debía habérselo pedido a él.

UNCONDITIONAL TO YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora