Me quedé absorta con el libro de magia. Cada palabra, cada frase o ranura me fascinaba. Con solo dos noches que lo tenía en mi posesión ya llevaba casi la mitad de sus páginas.
Había leído todo tipo de conjuros, remedios o brebajes con plantas e hierbas medicinales. Todo su contenido me fascinaba y me obligaba a leer más hasta saturar mi cabeza.
Pero tendría que leérmelo lo más pronto posible. El libro ya tenía dueña. Si la bruja se enteraba de que lo tenía entre mis manos no sé como actuaría, y mucho menos si lo supiera el Rey. Ya me advirtió que no le gustaba estas cosas de brujería.
Pero su opinión me daba igual. Gracias al libro mis recuerdos de mi infancia se aclaraban. Por fin había entendido el significado de las palabras de la mujer de mis sueños.
Pero no era una simple mujer mundana, sino la bruja de los bosques y mi madre, aquella mujer que me dio la vida a este mundo. Lo supe en el sueño que tuve anoche.
Sin embargo había cosas que me desconcertaban, ¿por qué mi padre no me lo había contado? Siempre pregunté sobre ella y él me cambiaba de tema, dándome a pensar que sería doloroso para él recordar el pasado, pero esto era una cosa importante que debía saber.
Y sí mi madre fue una bruja ¿yo también lo era? Había recitado algunas frases del libro sin ningún efecto. Después de intentarlo algunas veces sentí que algo dentro de mí se rompía ante la desilusión.
Entonces si yo no había heredado sus poderes, ¿por qué me había enseñado ese lenguaje? Hice memoria de los únicos recuerdos que tenía de ella y si se me escapaba algo importante.
"No olvides quien eres"
Fue lo último que recordé de sus palabras en aquel sueño ¿Qué quiso decirme? Los únicos que podían responderme eran mis padres, pero estaban muertos. Cerré el libro de magia y miré la portada con tristeza, acariciando la suaves letras.
-Lo siento madre, lo he olvidado...-susurré con pesar. Era como si la hubiera traicionado o abandonado.
Unos golpes en la puerta me sobresaltaron. Escondí apresuradamente el libro debajo del colchón de lana de oveja. Debía de tener mucho cuidado de que nadie lo descubra.
-Adelante -dije a la persona que golpeaba la puerta, dándole permiso para que entrara.
La puerta se entornó y apareció Alesa.
-Estáis aquí, ¿os encontráis bien? Lleváis mucho tiempo metida en vuestra alcoba.
La miré de forma reprochable. No me gustaba que me hablara de esa forma, pero me dí cuenta de que lo tenía que hacer al ver un soldado del Rey en su espalda.
-Ya me encuentro mejor Alesa, solo son simples mareos.
-Debéis de cuidaros -dijo Alesa acercándose a mi lecho sin importar la falsa tos del soldado, aunque para su precaución volvería a hablarme con respeto. Me cogió el rostro, examinándome- no estáis comiendo bien y vuestro rostro tiene mal aspecto.
-Seguir encerrada aquí no me dan propósitos de mejorar.
-Aun así, debéis de cuidaros -volvió a repetir Alesa de forma seria. Me trataba como si fuera uno de sus hermanos, haciendo el papel de madre. Solté un suspiro. Mejor no pensar en eso.
-Tenéis razón -dije resignada. No tenía fuerzas para discutir con ella. Era mi único apoyo- Aún así, mi orgullo no me lo permite.
Alesa se mantuvo en silencio. No sabía que responderme, pero su gesto me valía. Se acercó más y me abrazó. Coloqué mi frente en su hombro, mirando hacia abajo.
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MATAR AL ALFA [POR FINALIZAR]
WerewolfLa tiranía de los hombres lobo ha ido muy lejos para llegar a invadir tierras humanas y esclavizar a su gente. Algunos rebeldes se infiltran en el castillo, incluyendo a la joven Freya, quien había perdido a su padre y sólo queda la venganza de su c...