CAPÍTULO 1. REBELDES EN EL CASTILLO

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Nos encontrábamos cerca de las puertas del castillo, hasta que los soldados del Rey nos detuvieron.

-¡Alto ahí!

Todos nos paramos de inmediato, rezando en nuestros pensamientos para que el plan funcione. Junto con mis compañeros, nos hacíamos pasar por esclavos y -para hacerlo más creíble- estábamos encadenados de manos a pies, aunque las esposas no estaban cerradas para una fácil liberación. Joshua hacía del comerciante de esclavos.

Y se había metido por completo en su personaje.

-¿Qué asuntos tenéis en el castillo, humano? -preguntó uno de los soldados a Joshua enseñando sus dientes afilados. Era más alto y robusto que él, pero aún así ni se inmutó.

-Si vos no lo véis, está más claro que traigo esclavos para nuestro Rey como muestra de sumisión y veneración, y el mejor vino de estos campos en mi carro.

Le miró enfadado ante su irrespetuosa contestación, pero con un asentimiento de cabeza ordenó al otro que abriera las puertas. Entramos arrastrando las cadenas y con la mirada baja, como si les tuviéramos miedo. Todo estaba saliendo bien, estábamos dentro y eso era lo más importante.

Una vez que entramos todos, el soldado ordenó a Joshua de que esperara.

-¿El Rey sabe qué venías? Deberíais de haber traído una autorización para vuestra entrada.

-No sería un regalo si lo supiera, mi señor -dijo Joshua escondiendo su sonrisa en la capucha.

-¡Tú, inspecciónalos! -le ordenó al otro soldado- Verifica si alguno está enfermo o lleva algún arma.

-Señor, están frescos y robustos como los árboles. Para mi Rey lo mejor de lo mejor -dijo Joshua con un falso orgullo, recibiendo una mortífera mirada del soldado y un gruñido.

Mientras tanto, el otro hacía su labor. Era un lobo joven. "Pobre de él" pensé. En un descuido tocó las esposas de uno y pego un grito del dolor, pudiendo olerse a carne quemada.

-¡Cuidado imbécil, son cadenas hechas de plata! -dijo el soldado gruñendo a su compañero y dirigiendo su furia a Joshua y agarrándole por el cuello.

-¡Lo lamento mucho! Debí de a habéoslo dicho...

Le soltó y Joshua cayó al suelo. El soldado caminaba hacia nosotros ignorando las respiraciones desacompasadas de Joshua. Fue mirándonos de uno en uno, hasta que su interés se centro en mí.

-Vaya, vaya... -susurró el soldado - Veo que entre tantos hombres hay una mujer muy hermosa, aunque esté cubierta de mugre -y con su mano tocó mi barbilla obligándome a que le mirara.

Tenía ganas de escupirle en la cara, pero no debía de hacerlo. Le miré con tristeza y con miedo, como si fuera una auténtica esclava.

-Sí señor, es la más hermosa que había en su pueblo, además de que es una chica con buen cuerpo y piernas firmes, y su altura es distinta a la cualquier mujer comparándose con la de los hombres, aunque es bastante...

"No te pases"  Le miré disimuladamente con una mortífera mirada.

-...un gran ejemplar, señor.

El soldado jalo mi barbilla para que me centrara en él. Después de unos segundos de observar mi rostro habló.

-Tiene unos ojos preciosos. Nunca había visto unos ojos azules tan claros y luminosos -y empezó a acercar su cara.

Ni me inmuté, aunque tenía ganas de comportarme como un animal salvaje y arrancar su piel. Tenía que esperar la señal para atacar. Deslizó sus dedos por mis párpados y mi clavícula, relamiéndose los labios. Tenía que seguir esperando y no hacer nada para que no seamos descubiertos...sólo un poco más...

MATAR AL ALFA  [POR FINALIZAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora