Corrí hacía Freya antes de que su cuerpo colapsara en el suelo. La sostuve entre mis brazos, feliz de que estuviera durmiendo plácidamente.
Había sido informado de que Freya estaba aquí por la doncella humana que la acompañaba. Creo que su nombre es Alesa. Me contó sobre sus sospechas hacia la bruja y ante eso me dirigí al laboratorio sin detenerme, entrando por otra puerta que no tenía ranuras de protección como medida de escape, que solo conocíamos la bruja y yo.
Miré a Galatea, y ella me ofreció una sonrisa divertida. Sus cambios de personalidad me irritaban y me cabreaban, pero necesitaba sus trucos y sus pociones para mis hombres. Era de las pocas brujas que quedaban vivas en estas tierras y sus conocimientos eran útiles en esta guerra.
-¿Qué la habéis dado, Galatea? -le gruñí enseñando mis dientes. Sabía perfectamente que le había dado algo a Freya que ella desconocía.
Torció su sonrisa y levantó sus hombros, quitándole la importancia a mis gritos de furia.
-Sólo un relajante muscular mi Rey. No sabía que podía afectarla tanto –dijo de una forma espeluznante.
-Mentís ¿qué pretendíais en realidad?
-Nada que le perjudicará algún daño mi señor -respondió desviando la mirada hacia su estantería con esas cosas extrañas que coleccionaba. Sostuvo un tarro con ojos de peces dentro y lo miró con fascinación, ignorándome -no os debéis de preocupar.
Dejé con cuidado a Freya en el suelo y con furia fui hacia aquella arpía para cogerle del cuello del vestido y amenazarla. Su rostro era pura pasividad y dejo el bol de cristal en la mesa.
-¡No quiero veros cerca de Freya! Si se te ocurre hacerle algo a mis espaldas...
-No debéis tratarme así. Sabéis que soy vuestra baza en esta lucha -me restregó Galatea con diversión y con una risa que ponía los pelos de punta puso su mano donde yo la agarraba. Su tacto era frío y desagradable, no sentía nada de calor proveniente de su cuerpo.
La solté y golpeé con mi puño la estantería, cayéndose un tarro de cristal y rompiéndose en pedazos, derramando un líquido morado pegajoso y maloliente. Di unos pasos atrás para alejarme de esa mujer.
-Contened vuestra rabia mi Rey. Podrá perjudicaros… -dijo riéndose.
-¡No me digáis lo que tengo que hacer bruja!
-Eso no me decíais cuando dormisteis en mi lecho -y soltó una carcajada llena de locura.
La miré con odio y rabia. Todo lo que paso esa noche que perdí la cordura ante el alcohol de la celebración de nuestra victoria hace meses lo recordaba con repugnancia. Aquella mujer me manipuló y eso no se lo perdonaría nunca. Sin embargo, no podía hacer nada para echarla si tenía la fórmula para vencer a los vampiros. Tenía que tratar a esa bruja con cuidado.
-¿Por qué habéis traído a Freya aquí? -Dije mirándola a los ojos con seriedad y conteniendo a mi lobo que quería acallar esa sonrisa.
-Vino buscando respuestas a sus preguntas, y yo se las ofrecí con gusto.
-¿Qué le dijisteis?
-Mi Rey, no deberíais meteros en temas de mujeres-y comenzó de nuevo a reírse mientras danzaba por la habitación, como una bailarina.
-¡No me provoquéis!-grité a esa maldita mujer. Mi lobo arañaba la superficie deseando arrancar su cabeza con sus dientes. Dejo de bailar y como si fuera una niña buena puso sus brazos en su espalda y entrelazo sus manos.
-Lo que quería saber. No debéis de alteraros tanto. No he hecho nada que os perjudique -la miré a los ojos parecidos a los de Freya, pero los de mi mate eran los más...-¿Os sucede algo, Majestad? –preguntó inclinando su cuerpo aun con los brazos detrás.
-Sus ojos...
-Es lo que quiero confirmar -caminó hacía Freya, pero yo la gruñí amenazadoramente y me puse en medio de las dos protegiéndola. La bruja, con un falso terror y riéndose como una loca, se alejo a grandes zancadas -pero supongo que lo deberé de hacer en la distancia. Los hombres lobos no sois para nada simpáticos -dijo sacándome la lengua con burla.
Cogí a Freya y la envolví con mi calor corporal. Su expresión estaba relajada y sus labios rosados soltaban bocanadas del frío aire de la habitación. Era lo más hermoso que había visto, y no permitiría que esa bruja la pusiera en peligro con sus experimentos.
-Procurad haced vuestro trabajo -y diciendo eso abrí la puerta de las ranuras y cerré la puerta. Al subir las escaleras escuché los murmullos de la bruja.
-...¡Tan gruñón como siempre, mi Señor!
Me daban ganas de quitarle esa sonrisa de lunática y si hacía falta matarla con mis garras. Sin embargo, la puerta le salvaba de ese cruel destino.
Andando por los pasillos admiraba el rostro de mi bella durmiente, recostado en mi hombro. Ojalá el tiempo se detuviera para seguir contemplándola así, pero eso no pasaría. Quería obtener su corazón y que fuera mi enamorada Reina, hacerla feliz, y lo que más me aterrorizaba de toda esta fantasía es que ese deseo no pudiera cumplirse.
***
Estaba en un pequeño claro del bosque lleno de vida y alegría. Una agradable brisa acariciaba mi cara y movía mi vestido blanco con gracia. Unos suaves dedos de mujer sostenía mi diminuta mano y seguí a su dueña hacía un riachuelo, donde había algunos ciervos que pastaban tranquilos, sin importarles que estuviéramos aquí. Las hebras de la verde hierba me hacían cosquillas en mis pies desnudos y me reía de ello, imitándome la mujer de mi lado. Levanté mi cabecita para verla, pero los rayos del sol detrás de ella no me dejaban ver su rostro con claridad. Sin embargo, oler ese conocido aroma que desprendía de su pelo y su vestido azul me hacía verla y sonreírla con amor.
La mujer se adelantó y cuando estaba en el riachuelo se volteó para llamarme. Con mis piernas cortas corrí apresuradamente, sin querer estar lejos de ella.
Una vez frente a ella mojó su mano con la brillante agua y colocó su pulgar en mi frente. Sentí un pequeño escozor, como si tuviera una herida, pero al cabo de un instante dejo de dolerme y solo sentía ese cálido dedo en mi piel. La mujer cogió mis redondeadas mejillas y sus labios besaron con ternura donde me había tocado.
Miró a mis ojos y yo los suyos, perdiéndome en sus claros ojos azulados...la presté atención... susurró algo...pero...
Pestañeé varias veces y me desoriente al incorporarme en una cómoda cama, que al principio no reconocí. Ya no estaba en el laboratorio de la bruja, sino en mis aposentos, bueno, mi prisión. Me encontraba sola, y eso de algún modo me tranquilizaba.
Pero estaba segura que antes de desmayarme apareció el Rey ahí ¿Dónde estaba? ¿Por qué no está aquí? ¿Y qué me hizo Galatea? No es que quisiera tenerlo a mi lado pero algo de mí se estremecía por no verle.
Tenía tantas preguntas ¿Y el sueño de antes? ¿O era más bien un recuerdo? Mi cabeza iba a estallar si seguía formulando más dudas.
Pero era importante que lo recordara, ¿quién era la mujer de mi sueño? Me era tan familiar y cercana, pero sus palabras me confundían.
"No olvides lo que eres Freya"
¿Qué soy? Al parecer sí que lo olvide. Sin encontrar un remedio y sin saber que hacer volví a taparme con la manta y a cerrar los ojos, para entrar en ese sueño de nuevo y recordar lo olvidado.
#Hasta dentro de unos días volveré a escribir, y si me siento inspirada subo uno más ^.^ .El vídeo de youtube se titula Magenta y esta en ingles con subtítulos en español, aunque en japones supongo que suena igual de genial jejeje.
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MATAR AL ALFA [POR FINALIZAR]
WerewolfLa tiranía de los hombres lobo ha ido muy lejos para llegar a invadir tierras humanas y esclavizar a su gente. Algunos rebeldes se infiltran en el castillo, incluyendo a la joven Freya, quien había perdido a su padre y sólo queda la venganza de su c...