CAPÍTULO 16: SECUESTRO (Parte 2)

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El Rey tardaba en volver al salón. Desde que se fue me quedé en mi sitio al lado de su trono, esperando su regreso.

Sentada y atenta, me quedé jugueteando con mis dedos con nerviosismo. Algunas personas se acercaban para felicitarme, hablarme o preguntarme por la ausencia del Rey, en el que yo respondía con una sonrisa y le excusaba.

Miré a mi alrededor, gente bailando y festejando por un simple romance. La comida reposaba en los platos de oro, sin ser tocados. Aquello removía mi interior de frustración. En mi aldea se hacían las fiestas más importantes por la falta de alimentos y la pobreza en que vivíamos los meses de invierno. Y verlos a ellos derrochando toda aquella comida...Sabía que los nobles eran así y desconocían lo que era pasar hambre, pero ser yo quien lo vea...tuve que contener mi enfado y desviar la mirada de la comida sobrante de los platos.

Cada vez me iba impacientando. El Rey no llegaba y no sabía que hacer si la fiesta se iba alargando. Me sentía como alguien con un vestido bonito y decorando un rincón sombrío.

-¿Todo bien, mi Reina? -preguntó uno de los sirvientes del Rey Halek.

Hice un chasquido con los dedos. En toda la noche me llamaban Reina cada vez que me dirigía a alguien. Tendría que asumir que si me quedo con Halek se me iba a llamar por ese título.

-Sí, no os preocupéis.

-¿Os traigo algo para tomar?

-Por favor.

Poco después me trae zumo de uva y me deja sola para atender a los demás nobles. Para no aburrirme y que se suelten rumores me levanto y voy hablando con la gente. No quería que pensaran que sin el Rey a mi lado no podía hacer nada por mi misma.

Charlé y bailé con los nobles, y aún así el Rey no hacía presencia. Agotada me apoyé en una columna ajena al festejo.

-¿Ya estáis cansada, Majestad? -dijo una desconocida voz.

Giré mi rostro y ví un hombre más alto que yo. Por la vestimenta que llevaba supe que pertenecía a los caballeros del Rey. Era de piel oscura y cabello castaño, con rasgos duros y ojos claros. Era atractivo, pero el aura que desprendía me hizo desconfiar.

-Aburrida, más bien -le respondo secamente. El hombre sonríe y se inclina ante mí.

-Disculpadme por no haberme presentado. Soy Asher, uno de los hombres de confianza de vuestro futuro esposo.

-Encantada, señor Asher -respondo saludando con la cabeza y dejando aparte lo de Halek- ¿Sabéis algo del Rey?

-¿A qué os referís, mi Reina?

-Sigue ausente y nadie sabe donde está. Fue con su mano derecha fuera de estos muros.

-Se nos han informado de intrusos que vinieron a robar aprovechando la distracción de la fiesta.

-¿Y por eso el retraso?

-Son seres escurridizos -dijo con ironía- Este castillo esconde más secretos que tesoros.

No comprendí bien aquel comentario, pero tenía claro que no me cruzaría de brazos y seguir con esta tortura.

-Llevadme con él.

Asher me miró incrédulo.

-Es mejor que no vayáis. Vuestra vida correrá peligro.

-¿Vos me defenderéis? -me acerqué un poco más y le miré con cara seria- Sé protegerme general Asher. Os puedo recordar como fue mi llegada a este reino.

No respondió y yo sonreí. Disimuladamente cogí un cuchillo y lo escondí bajo el fajo del vestido en mi espalda. Me llevaría un arma conmigo en caso de que tuviera que luchar.

-Esta bien mi Reina, pero os acompañaré. No pienso dejaros sola por los pasillos.

-Gracias, general.

Con gran disimulo para no perturbar el ambiente festivo, salí de la gran sala con el general pisando mis talones. Busqué por todas las zonas del castillo que conocía sin poder hallarle. Incluso su despacho no había signos de que hubiera pasado por ahí.

"¿Dónde podría estar?" me preguntaba una y otra vez, sintiendo en mi espalda la afilada mirada de aquel hombre. Me sentía incómoda ante su silencio. Escuchaba el crujir de los metales de su armadura y su pesada respiración.

-¿Dónde está la bruja Galatea? -le pregunté. Si había sido un asunto urgente que necesitaban al Rey en persona, seguro que la bruja del castillo sabría algo.

El hombre me miró sorprendido, sobrellevando mis palabras.

-Mi reina, ¿por qué queréis ver a la bruja?

-Sabrá algo del paradero del Rey -digo agarrando mis bajos del vestido y caminando de nuevo- Vayamos con ella.

Sin replicar palabra el general Asher me indicó el camino. Los oscuros pasillos dificultaban mi visión a pesar de que había antorchas. La luz del fuego no llegaba a acaparar todos los rincones teñidos de oscuridad.

Una especie de encogimiento me apretaba en el pecho ¿Qué era aquella sensación? Parecía como una especie de advertencia de que algo malo pasaría. Ignoré el sentimiento y seguí con paso decidido.

Estábamos cerca del laboratorio de la bruja cuando de repente escucho el chasquido de un montón de cristales impactando en el suelo.

-¡¿Qué ha sido eso?! -pregunto alterada. Fue inesperado y escalofriante. Sin embargo, aparte del general, no había nadie más.

Me dispongo a avanzar, pero algo detiene mis piernas ¿Qué me ocurría? Eran como invisibles regaderas trepando por mis pies, como si de un árbol fuese. Intenté moverme con brusquedad para liberarme, pero estaba atrapada por aquel paradigma.

Un intenso olor me rodeó. Sentí el cerrar de mis ojos, pero no me daría por vencida. Consiguiendo mi liberación pude andar, alejándome lo máximo posible de aquel lugar. Desfallecida el general me agarró al vuelo.

-Ayúdeme a salir a la intemperie -pedí con voz ronca.

Sin embargo, el general no dictó la orden ¿Por qué no me ayudaba?

-Temo que no va a poder ser posible -dijo con una voz oscura, llegando a entender todo.

Él era el traidor.

Me removí entre sus manos, pero la poca fuerza de mis extremidades me hacían ver como si estuviera ebria. El general, que al levantar la mirada veo su cara escondida tras un pañuelo, me miraba con malicia y frialdad.

Desprevenido por quedarse mirando mi descompuesto rostro le golpeé y me soltó. Apoyada en las paredes de piedra me ayudé para escapar, mas el veneno que inhalé se apoderó de mi cuerpo y no conseguí llegar a más de diez pies. Caí dolida al suelo y me resistí al sueño.

Unos pies aparecieron ante mis ojos. No eran los del general Asher, sino unos femeninos con ropas de hombre. Al vislumbrar su cabello plateado no hizo falta saber quien era aquel ruin persona.

La bruja se agachó y acarició mi rostro. La miré con todo el odio y ella sonrió.

-Dulces sueños... mi Reina.

Sin aguantar, mi consciencia me abandonó.


#Segunda parte terminada!!! Ya queda lo emocionante ^~^

Perdón por la larga espera, por que sea corto y no haberlo unido con el otro capítulo, que habría quedado mucho mejor.




MATAR AL ALFA  [POR FINALIZAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora