CAPÍTULO 10. LIBRO DE MAGIA

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-¡Inaudito! -grité a mis oficiales -¿Cómo que han conseguido traspasar más allá del Norte?

-Majestad, nuestros hombres no pudieron hacer nada ante tantos vampiros -dijo el general Asher, que se encargaba del frente de las tropas del Noroeste, el Beta de la manada Black Moon.

La discusión se establecía en una enorme mesa redonda, donde siempre reunía a mis hombres para tratar sobre el desarrollo de mis planes. Esperaba buenas noticias, pero no fue como imaginaba.

-¿Y vuestros hombres, general Garrosh?

-Murieron la mayoría señor,...fueron demasiados -dijo el viejo Garrosh con pesar, apenado por sus muertes.

Todo estaba saliendo mal. Los vampiros conquistaban y destruían lo que se encontraban a su paso. Si no lo deteníamos antes de que se aproximen al castillo, el control de las tierras de los humanos sería suyo y sería demasiado tarde para arreglarlo.

-Hay más Majestad...-dijo el general Garrosh, llevándose la atención de todos los presentes -Sin embargo, debo comunicáoslo en privado.

Asentí con la cabeza. Debía de ser muy importante para que no me lo soltara en la reunión. Nadie dijo nada a su comentario y uno de mis oficiales pidió permiso para hablar.

-¿Qué debemos hacer mi Rey?

Me senté en mi enorme asiento y coloqué mi barbilla entre mis manos pensativamente. Si enviaba más hombres al Norte y aun así mantener bajo control a los vampiros del Sur sería un suicidio. Ya no podría mantener en mi dominio los pueblos de aquel territorio ni proteger a su gente. La cosa había empeorado y tendría que poner medidas extremas.

-Hablaré con los Alfas de las manadas de las montañas pidiendo su colaboración. Estableceremos un perímetro para fortalecer los territorios que están ante nuestro poder. Las anteriores órdenes sobre los ciudadanos se mantendrán por el momento. Ya podéis retiraros.

Todos se levantaron e hicieron una reverencia. Con tranquilidad uno por uno salía por la puerta de la sala, quedando solo el general Garrosh y mi Beta Gildhon, que siempre se quedaba a mi lado como mi segundo oficial.

-Vayamos a mi despacho -me levanté de la silla y caminé hacía la puerta seguido de Garrosh y Gildhon. El día de hoy era cálido y agradable, contrario a lo que yo estaba sintiendo. Estaba furioso y alarmado, pero no debía de mostrárselo a mis hombres. Era el máximo Alfa, aunque a veces me sentía como un simple cachorro asustadizo. Deseaba tanto tener a Freya a mi lado como mi pilar, pero eso no pasaría.

Había vuelto a ser la Freya fría y distante que conocí por primera vez. Hacía lo posible para que no estuviéramos solos en una sala y evitar cualquier contacto que se pudiera establecer. Le había permitido algo de libertad por el castillo pero siendo vigilada por algún soldado. Ahora solo podía esperar a que sus sentimientos cambiaran.

Llegamos a mi despacho y una vez dentro cerré la puerta con llave, evitando cualquier intromisión poco deseada. Fui hacia mi asiento y me senté frente al general, con mi Beta al lado.

-Sea breve general, hoy mi humor no es muy bueno que digamos -le advertí.

-Majestad...-comunicó el general Garrosh- en medio de la lucha cuando me enfrenté a un vampiro antes de dar por pérdida la batalla, tuve un pequeño discurso con él...-se quedó en silencio. Me estaba impacientando más y antes de que dijera algo continuó -Resulta que saben algo que sólo los del castillo sabemos.

-¿El qué Garrosh?

-Que encontró a su Mate, Majestad.

Me quedé de piedra. Había sido muy cuidadoso de que no se supiera eso fuera del castillo, pero esto quiere decir...

MATAR AL ALFA  [POR FINALIZAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora