CAPÍTULO 18: EL INFIERNO EN LA PIEL

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-¡Reúna a mis hombres ya, Gildhon!


-Rey Halek, no podemos mandar a todos. Sé que la situación es difícil, pero...

-¡¿Qué es difícil?! ¡Han secuestrado a Freya! ¡Lo único que me ha de importar es ella!

Me desplomé en el trono, agazapado y destrozado. Han pasado días sin encontrar a Freya y el miedo de haberla perdido me reconcome por dentro. He mandado a mis hombres a buscarla, pero sólo localizaban más chupasangres que impedían nuestro avance.

Mi reino se desplomaba y yo sólo podía pensar en Freya.

-Halek... -mi Beta ha estado intentando controlar mis nervios y mis brotes de ira en todo este tiempo, obligándome a que usara la razón- Estoy seguro de que a Freya no le pasará nada -iba a inferir pero Gildhon me detuvo- Si quisieran matarla, lo habrían hecho en la fiesta. Quieren provocaros, majestad, buscar un punto débil para atacar.

Le miré fijamente, pensando en sus palabras. Era típico de los vampiros en usar cualquier truco sucio para ganar.

-Entonces, la tendrán en el sitio más seguro para ellos -las garras rasgaron el respaldo. Respiré profundamente- Tendremos que ir ahí.

-Mandar a todos los hombres lobo sería un suicidio -replicó Gildhon- nos detectarán nada más poner un pie en sus fronteras.

-Saben que iré a por ella, solo o acompañado.

Me levanto del trono.

-Iré solo, Gildhon. No pondré a mis hombres en peligro por algo que me circunde. Te encargaré de la protección del reino.

Mi Beta iba a replicar, pero con una mirada de mis rojizos ojos agacha la cabeza en sumisión.

-Como desees, majestad.

---*---

Otro arañazo más a la pared, contando los días de encierro gracias a la escasa luz de un agujero en mi celda. Paso los dedos por los finos rasguños.

Diez días y nueve noches.

¿Cuánto más me mantendrían aquí?

No podía quejarme de que recibiera comida y mantas, pero tomé la decisión de no tomar nada de lo que me ofrecieran.

Y eso al príncipe vampiro no le gustaba.

-¿Pensáis en no probar bocado de los manjares que os traigo? -dijo a mi espalda. Giré y le vi con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

-No tomaré vuestros compasivos gestos. Comeré cuando me liberéis.

El príncipe sonrió burlesco.

-¿Entonces preferís consumiros en mis celdas? Me decepcionáis, tonta bruja.

Aquel llamado me enfadaba. Desde que me contó la historia de los dioses no era llamada por mi nombre, sino por esa burla. Sin embargo, aún seguía perdida en lo que querían hacer conmigo.

-¿Qué pretendéis hacerme? -pregunté por enésima vez.

Los labios del príncipe vampiro se surcaron, asomando sus afilados colmillos.

-Depende de lo que el rey Halek pretenda hacer.

No dije nada y le mantuve fríamente la mirada.

Los agudos grilletes de la puerta sonaron dejando pasar a un subordinado del príncipe.

-Señor, está todo listo.

MATAR AL ALFA  [POR FINALIZAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora