s e s e n t a

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El menor aún mantenía la espada en sus manos, pensando si lo que estaba a punto de hacer sería correcto.

Miró nuevamente al demonio frente a él, su cuerpo ya un poco pálido y frío ante el contacto yacía frente a si.

Bajó la espada con lentitud, dejándola en el suelo, las lágrimas seguían cayendo sobre sus mejillas, mientras acercaba su mano al cabello del mayor.

Sus temblorosas manos acariciaban con delicadeza los mechones del demonio mientras las lágrimas incrementaban aún más si es que era posible.

Miró los ojos del demonio, que aún seguían abiertos, sin el brillo que les daba aquel característico fulgor que le hacía sonreír.

Dirigió su mano hacia ellos, y con dos de sus dedos se encargo de cerrar sus párpados, y de cierta manera sintió un poco de paz en medio de la tormenta.

Su mano esta vez se dirigió a una de las manos del demonio, tomándola y sintiendo su ligereza y el leve fresco que tenía su piel

Acarició con su pulgar el dorso de su mano, mientras en su mente corrían vagos recuerdos de su breve vida juntos

5 meses.

Eso es todo lo que llegaron a compartir, 5 meses.

Había pasado demasiado en ese tiempo.

Jorge recordó cuando antes de navidad, las palabras de su padre le habían hecho sentir mal, y no sólo el demonio se encargó de darle consuelo, sino que también se dió a la tarea de hacer al menor sentir mejor y fue incluso a conseguir adornos navideños para que Jorge pudiese despejar su mente.

El catorce de diciembre, la fecha que el menor había establecido como el cumpleaños del demonio. Lo mucho que se esmeró en hacer aquella noche especial. Su primera cita formal, la sonrisa que el demonio le propinó cuando se sintió amado, especial. El deleite en su rostro cuando probó la frutilla, y su risa tan dulce y delicada que contrastaba de su voz y de su personalidad. Aquella risa que el menor jura que podría escuchar durante años y jamás se cansaría de oírla.

El cumpleaños del menor, cuando el demonio incluso le consiguió un segundo dije, mismo dije que llevaba en su cuello. Aquella noche que unieron sus cuerpos por primera vez, se sentía especial, había sido especial.

Aquella vez en el bosque, cuando ambos jugaron y pasaron un buen rato. Aquella vez que compartieron su primer beso. Inconscientemente, el menor llevo sus dedos a sus labios, recordando el delicado roce que intercambiaba con el castaño, su toque y aquella sensación de cosquilleo que le producía.

Recordó cuando encontró al demonio por primera vez, el temor que sentía y la naturalidad con la que el demonio actuaba; rió al recordar al castaño amenazándole con un par de manzanas, y como desde ese día, él se volvió vital para el rizado, y ahora su cuerpo sin vida yacía en sus brazos.

Miró nuevamente el rostro del demonio, su vista fijándose en su cuello mientras alzaba la mirada. Observó que el demonio llevaba aquel collar que el rizado le había obsequiado en navidad, y sonrió mientras las lágrimas aún cesaban, recordando la emoción que el castaño sintió cuando se lo obsequió.

Aquel detalle parecía poco para lo que el demonio le había dado.

Amor. Aquel era el principal obsequio que había recibido de su parte. El sentirse especial, saber que alguien se preocupa por ti, saber que no estas solo. Esa sensación de tranquilidad cuando estas a su lado.

Confianza. El demonio le propinó tanto confianza propia, como confianza en los demás. Siempre le hacia sentir que todo estaría bien, y sabía que si Benji prometía algo, o lo decía, era porque iba a ser así. Excepto en una ocasión:

Cuando prometió que todo estaría bien.

Definitivamente la situación actual no era siquiera un sinónimo de "bien". Era un opuesto.

Pero finalmente ya no hay nada más que hacer.

Pasaron unos instantes más en los que el menor divagaba entre los recuerdos que compartía con el demonio, hasta que ante uno de ellos, sintió que el mundo se detuvo.

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No puedo estar más humillada

Ayer fui a una "fiesta" con mi madre, y me obligaron a cantar wey. Y para acabarla una de Billie, o sea me humillé cabrón.

19/04/21

Demonio GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora