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—EMPEZAR DE NUEVO—
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IRVETTE.
EL SILENCIO REINABA por toda la base, después de la desastrosa misión con Thanos nada fue lo mismo. Habían pasado dos semanas en las que Tony y Pepper se fueron a vivir lejos, Bruce se encerró en su laboratorio para intentar entender a Hulk, Carol se fue al espacio, Thor instaló la Nueva Asgard en Noruega y no se le veía el pelo, mientras que aquí en la base se quedaron Natasha, Steve, Nébula y Rocket, con Rhodey, Pietro y yo.
Y aunque ahora estábamos más acompañados que antes, las ausencias, las pérdidas y el sentimiento de fracaso nos hacían permanecer en silencio, apagados y sin ganas de nada.
No soportaba ver a Natasha y a Steve de esa forma, nunca los había visto perdidos y ahora lo estaban y nadie podía hacer nada por cambiarlo.
Después de hacer mi rutina diaria, de desayunar, entrenar y ducharme fuí hasta el cuarto de Pietro, mientras que intentaba que mi mirada no se centrará en lo que anteriormente fue el cuarto de Dani y Luke.
Entre sin llamar a la puerta y me encontré a Pietro en el suelo, sin camiseta y haciendo flexiones como un loco, todo su cuerpo brillaba por la cada de sudor que habia en él y los rizos de su pelo se le pegaban al cuello y caían sobre su cara empapados por el sudor.
—¿Cuanto tiempo llevas así?—pregunté al ver que no tenía intención de detenerse para hablar conmigo.
—Desde que me he despertado.—pronunció con algo de dificultad.
—Pues creo que ya es hora de parar.—me senté al borde de su cama sin dejar de mirarle.
—Mientras hago ejercicio duele menos que Thanos haya hecho desaparecer a la mitad de la humanidad, incluida mi hermana.—dijo y pude sentir como apretaba los dientes de la rabia.
—Desmayarte de cansancio o lesionarse algún músculo no va a solucionar nada.—dije un poco más dura.—Para.—le ordene.
Pietro se dejó caer al suelo y rodó sobre él para quedar boca arriba, donde soltó mucho aire en forma de frustración.
—Nada de lo que hagamos solucionara nada.—dijo enfadado y con el ceño fruncido.
—Podemos intentar vivir.—dije algo más bajito, me sentía culpable solo de pensar en eso.
Pietro me oyó, y se levanto de un salto para mirarme de manera dura.
—¿Te has olvidado de que ese monstruo hizo desaparecer a tu hermano y a toda tu familia?—dijo en un tono amenazante y acercándose a mi.
