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—LUCIÉRNAGA—
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IRVETTE.
LLEGAMOS AL APARTAMENTO cuando May ya estaba durmiendo. Entramos en silencio, aún con mis ropas empapadas, pues el traje de Peter tenía la opción de secarse, Tony y sus maravillas.
—Estas temblando.—dijo Peter preocupado.—Ve a tu habitación a cambiarte yo te traigo unas mantas.—dijo en un susurro.
Me introduci en mi habitación y yo miré en el espejo, mi maquillaje estaba corrido, mi pelo empapado y mi ropa tan mojada que se transparentaba.
Me sentí avergonzada de que Peter me viera así y mis mejillas se tiñeron de rojo.
Busque algo de ropa seca entre mis cajones. La saque y me disculpe a quitarme el vestido, quedando en ropa interior, la cual también estaba empapada, rápidamente antes de que Peter llegue me puse mi ropa.
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Peter entró sin llamar, ya cambiado. Me sobresalte un poco.
—¿Puedo pasar?—dijo algo nervioso.
—Claro.—dije con una sonrisa dulce.
Peter entró con un par de toallas.
—Venga siéntate.—dijo evitando mirarme.
Me senté en la cama y Peter se posicionó detrás de mi y con una de las toallas comenzó a secar mi pelo con delicadeza.
—¿Estás bien?—dijo después de un rato de silencio.
Suspire pesadamente.
—Bueno aparte de ya no ser una vengadora, ahora soy una delincuente que solo sirve para cuidar a un crío.—dije con ironía.
—¡Eh!—se quejo Peter.
—Ay, lo siento Peter. Tú eres lo único bueno de todo esto.—dije apenada. Peter dejo de tocarme el pelo y yo me gire a mirarlo.—Siento mucho lo que ha pasado hoy.—dije avergonzada.
