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—REFUERZOS—
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IRVETTE.
LLEGUE A LA localización a las diez de la noche, aparque la moto en un callejón y usando mi elasticidad me subí a la azotea del cochambroso edificio.
Espere de forma invisible hasta que un rayo azul apareció en uno de los callejones.
Me tensé al verlo y me deslicé hasta llegar al suelo.
Lancé un campo de fuerza que hizo que su carrera se frenara.
Pietro cayo al suelo.
—¡¿Que cojones?!—dijo incorporándose.
Su aspecto había cambiado, estaba incluso más musculoso, su pelo ya no era plateado ahora estaba algo más largo y era marrón. Estaba despeinado, parecía algo desarreglado.
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—Irvette.—dijo firme, sabía que era yo.—Dejate ver.—dijo mirando a todos lados.
Me volví visible.
Y por fin nuestras miradas conectaron.
Su boca se abrió ligeramente y he de admitir que algo se removió en mi interior al verle después de tanto tiempo.
Me crucé de brazos y esperé a que él hablara.
—¿Que haces aquí?—dijo arrugando el ceño y acercándose a mi.
Puse mis manos en posición defensiva.
—Detenerte.—dije simplemente.—Se lo que estas buscando y voy a frenarte todo lo que pueda.—dije seria.
Pietro tensó la mandíbula pero a los segundos se calmó.
—Sabes que nadie puede frenarme.—dijo con una sonrisa burlona.—Y no vas a impedir que busque pistas.—dijo.
