xxx ; make it with you

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Yo me dedico a observarle buscando respuestas. Tiene que haber algún gesto: alguna sonrisa o movimiento de nariz, algo que indique que lo que ha dicho es una broma o tal vez una cuestión sin tanta importancia, pero nada.

James luce convencido, pero preocupado. Me asusta pensar que lo que ha dicho pueda significar que nuestra amistad vaya a tomar otro rumbo o en el peor de los casos, destruirse.

—¿A qué te refieres? —menciono, con algo de miedo y voz baja.

Él le dedica una mirada al horizonte y ahí se queda unos segundos. Luego, vuelve a mí y habla.

—El cariño que siento por ti es muy grande, Mandy. Eres una persona maravillosa conmigo, ya te lo he dicho antes —me deja de mirar y sus ojos van para el horizonte—. Pero yo siempre termino siendo una mala persona. Y quiero ser alguien agradable para ti pero tal vez no lo logro ser. Es por eso que estoy confundido respecto a mis sentimientos, porque, a la larga, no te quiero hacer daño.

En este punto, me invade un poco de pena, pero más confusión que la que antes tenía. ¿A qué se refiere con hacerme daño?

—¿Mala persona? —cuestiono—. Nunca me hiciste nada malo, James.
—Eso no lo sabes.

Estoy totalmente extrañada. Parece resignado a sumirse a esa idea de que es un "chico malo" sin hacer cosas evidentes para demostrarlo... a menos que haya algo de lo cual no esté enterada. Tengo que saber de todo para ayudarle. Quiero ayudarle.

—¿Hay algo que me quieras decir, James?

Él vuelve a mí. Su ojos no brillan, pero ese azul de sus iris son como lo dice su nombre: azules. Tristes.

No se ve muy convencido de darme una respuesta. Tal vez no sabe como expresarse. Yo le doy una mirada de apoyo más una sonrisa amigable. Luego de este gesto, me corresponde con una apenas perceptible sonrisa. Creo que hablará.

—No sé si pueda explicártelo —por fin, suelta.
—De seguro no es tan difícil. Si me dices lo que piensas, te podré entender por completo.

Se vuelve a tomar otra pausa. Parece aquel niño que sabe que ha cometido un error y no se lo quiere decir a su madre, sin embargo ella le demuestra que lo ama y lo va a apoyar pase lo que pase. Espero que se sienta al menos cálido con mi intento de ayuda.

—No estoy seguro de lo que me pasa, Mandy; soy sincero —me aclara—. Pero a veces me siento muy agobiado por mis demonios. Muchas veces he terminado gritando o golpeando lo que sea en mi habitación. Imagino cosas horribles: destrucción, dolor, desolación, muerte. 

Yo no puedo dejar de mirarle con pena, pero con millones de "¿por qué?" en la mente. Aunque el no pueda voltear a dedicarme una mirada, prosigue.

—Necesito apoyo, Mandy. Necesito que alguien me mire, me diga que me ama y que todo estará bien al despertar. Necesito tener a alguien que acepte como soy y me ayude a olvidar mis problemas. Necesito un mínimo de atención de alguien que desee lo mejor para mí.
—James, espera —intento detenerle. Me parece que está siendo muy duro—...
—Lo que más necesito en ese momento es a mi mamá, Mandy —voltea a mirar mi rostro con las cejas arqueadas y los ojos vidriosos.

Yo no sé que hacer. Mi corazón se ha estrujado.

Nos quedamos en silencio un rato. Él no me mira pero yo sí a él. Quiero decirle algo: una palabra de consuelo lo suficientemente efectiva como para arrancarle el dolor, pero a un año de la partida de su madre, él aún no sabe como seguir adelante.

No tengo otra opción: mi cuerpo se abalanza a él. 

Sostengo a James en un cálido abrazo en donde él se siente totalmente cómodo como para recostar su rostro sobre mi hombro y envolverme con sus brazos. Yo no puedo creer que lo tenga tan arraigado a mí, pero no es motivo para alegrarse: él no está feliz.

Cuanto daría por darle aunque sea la mitad de todo el cariño que él necesita recibir de su madre, pero no lo podré lograr.

Así, en unos segundos, estamos tan compenetrados que puedo decir que yo puedo sentir un poco de su dolor de forma más real, pero también aseguro que él puede sentir un poco de mi paz.

Creo que es por eso que siento una pequeña caricia de su parte, como motivo de agradecimiento por brindarle mi apoyo.

Ahora sí, nos logramos separar un poco. Al volvernos a mirar, él me dedica una diminuta sonrisa y yo realizo lo mismo, bajando la mirada por sentir una pequeña vergüenza. Me intento separar para volver a mi posición inicial, pero él me detiene sosteniendo mis brazos. Este gesto me hace observarle sorprendida.

—No te alejes tanto aún —me dice, ahora apaciguado pero aún con voz baja—. Quiero aprovechar para agradecerte.
—¿Y por qué?
—Porque ambos sabemos que soy un desastre, pero aún así sigues a mi lado —deja salir una pequeña risa.

Me alivio un poco. No me ha detenido por yo haber cometido un error, más bien para comentarme cosas agradables.

—Es lo mínimo que puedo hacer. Somos amigos y debo apoyarte.

Ante mi respuesta, él vuelve a sonreír sin mostrar los dientes. Gira con ligereza su cabeza. Su gesto se vuelve enternecido y su mirada va plenamente a mi rostro. Su cabello rubio abraza sus mejillas que, a pesar de la oscuridad de la noche, puedo notar tornarse de un tono rosa suave y acariciable, sin importarme algunas pequeñas marcas de acné sobre su piel.

Por su lado, James dedica sus segundos a observar mi rostro pero como nunca antes lo ha hecho. Sus ojos tan azules como el agua de un lago a las 6 a.m. recorren mi rostro con agrado. Ante esto, me reclamo los labios de forma sutil por los nervios que me da ser analizada por James. Pero me gusta.

Él baja la mirada y se topa con mi mano sobre mis muslos. Procede a colocar uno o dos dedos sobre mi mano izquierda y hace dibujitos encima de ella. Yo observo la situación y todo dentro de mí da un revoltijo, pero intento asimilarlo.

Al terminar de dibujar pequeños círculos imaginarios, él alza la mirada. Ve mis ojos. Yo le imito. Luzco expectante de lo que pasará. Él, aún algo afectado—lo sé gracias a las cejas arqueadas hacia arriba—decide dirigirme la palabra.

—No sabes cuánto agradezco haberte conocido —su voz es baja y habla lento, y por cada palabra que pronuncia, parece acercarse un milímetro a mi rostro—. Eres lo mejor que mis ojos pueden ver.

Yo empiezo a deducir lo que está pasando y no puedo ocultarlo más. Creo que James desea... besarme.

Sería el primer beso de mi existencia. Parece que durante toda mi vida me he preparado para este momento y mi cuerpo no puede procesar que este momento ya ha llegado, y con qué mejor persona que con James.

Decido rendirme ante él.

Mi rostro se eleva lo suficiente como para que nuestras barbillas estén en paralelo. Puedo sentir los latidos de mi corazón más rápidos e incluso puedo oír los de James yendo a ritmo de los míos. Mi respiración se acelera y mi pecho sube y baja.

Sin embargo, el miedo me acoge. Pienso de pronto en poner una mano sobre su pecho y detenerlo, para así salir despavorida de aquí.

Pero eso significaría ser cobarde, porque quiero dar ese beso. Así, recuerdo la primera vez que nos encontramos en este parque: yo me hice fuerte y decidí llamarle a sentarse conmigo. Sin eso, jamás hubiéramos sido amigos. Y cuando me atreví a gritarle "feliz navidad", estoy segura de que logré hacerle un poco feliz. Lo pude ver en su honesta sonrisa. No puedo dejarme llevar por la cobardía, más bien tengo que asumir lo que el destino me depara.

Los cortos 20 centímetros que separan nuestros rostros son destruidos al yo, ligeramente asustada pero más convencida a terminar de juntarnos, tomar las riendas en el asunto y acercarme por completo. Y así es como James y yo nos besamos.

No es como lo imaginé... es mejor. Al posarse mis labios sobre los suyos, siento suavidad. Son como dos pequeñas almohadillas de algodón. No necesito empujar sobre su rostro, a penas rozar su boca me hace sentir el paraíso. Así, James se toma la confianza de colocar una mano sobre mi rostro para acercarlo más a él. Ahora puedo sentirlo mucho más. El resto es historia.

ese chico malo 一 james hetfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora