ᴛᴏʀᴜ ᴏɪᴋᴀᴡᴀ

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Oikawa estaba en su casa, preparando un regalo para su preciosa y bella (Nombre). Era una de esas cajas sorpresa, con todo lo que le gustaba a ella.

Termino de retocar el moño y escuchó el timbre. Estaba seguro que era su novia. Bajó lleno de felicidad a abrir la puerta.

Abrió la puerta, se encontró a su linda novia. La saludó con un beso.

— ¿Ya estás listo? — preguntó ella con una sonrisa.

— Solo deja te doy tu regalo y nos vamos — dijo Oikawa mientras la tomaba de la mano y la llevaba a dentro. Ella cerró la puerta.

Ambos subieron las escaleras hacia la habitación de Tooru. La sorpresa invadió el rostro de (Nombre) al ver el gran regalo sobre la cama. Oikawa sonrió con orgullo.

— Ay, qué pena con mi regalo, pero...— dijo dejando la frase en el aire. Saco de su bolsillo un osito de peluche que ella misma cosió. Oikawa murió de amor, — Es para ti.

— Muchas gracias, ahora te doy el mío — habló con una sonrisa. Oikawa agarró el regalo y se lo dio a su amada. Después le dio un abrazo.

Una mueca de horror se formó en la cara de Oikawa, pues su amada y preciosa (Nombre) olía a perfume de hombre. Sobre todo, el cuello sumándole que parecía tener un chupetón casi invisible.

Tooru se alejó bruscamente de ella.

— ¿Qué pasa? — preguntó confundida ella. Oikawa se sintió asqueado.

— Hueles a otro hombre — respondió con cierta furia en sus palabras.

Antes, habían tenido problemas con lo mismo, ya que en varias ocasiones el castaño llegó a pensar que su novia le era infiel. Obviamente después de eso, ella trataba de decirle que eso no era cierto y que estaba siendo irracional.

Al final, Oikawa aceptaba que era a veces muy inseguro y decía cosas de ese estilo sin ninguna prueba.

En esta situación, el corazón del castaño sentía mil alfileres dentro de él, porque ahora tenía algo en que desconfiar.

— Tranquilízate — ordenó (Nombre), pues sabía lo que pasaría a continuación. Sus palabras molestaron más a su novio.

— ¿Tranquilizarme? ¿cómo me pides eso en una situación así? — exclamó tratando de sonar sereno, aunque su molestia era evidente.

— Por lo mismo que empiezas a decir y a hacer cosas sin pensar — respondió ella.

Sin embargo, Oikawa estaba sumido en sus sentimientos; cólera, celos, frustración, odio, tristeza, decepción. Todo reunido en un solo momento.

— ¡Entonces dame una explicación! — exclamó con rabia.

— Hace rato me encontré con mi primo y traía mucho perfume, me abrazó y por eso me quedo el olor — respondió serena (Nombre), ella no podía darse el lujo de alterarse como Oikawa además de que estaba diciendo la verdad.

Pero Tooru no le creyó ni un poco su historia.

— Claro, claro ¿y crees que me voy a tragar esa historia? — rugió.

Al borde de sus sentimientos la agarró por la muñeca y la llevó a las escaleras.

— ¿Qué haces? — preguntó tratando de zafarse de su agarre.

— Largo, no te quiero ver — dijo apretando los dientes. Ella se zafó en las escaleras y Oikawa volteó a verla.

— Te estás dejando llevar, además te dije la verdad — murmuró ella.

ʀᴜʟᴇᴛᴀ; ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora