Era lunes por la tarde, yo aún seguía en mi club, pues estaba terminando de preparar unas galletas para mi novio. Cumplíamos tres años de relación y quería hacerle algo especial. En los años anteriores él siempre tomaba la iniciativa llevándome a cenar o yendo a ver una película e incluso una vez me cosió un peluche de conejito, que no le salió muy bien; la cabeza era más grande que el cuerpo y uno de los ojos se le cayó, pero para mí era perfecto.
Iwaizumi siempre tuvo ese tipo de detalles conmigo desde que empezamos a salir. Supongo que quería compensar lo poco que se la pasaba conmigo, debido a su club, pero a mi realmente no me molestaba en gran cantidad. Siempre estuve consiente que habría que hacer algunos sacrificios por tener una relación con él.
Tampoco es como si él se la pasará pensando en voleibol, no es como Oikawa y eso de cierta manera, es mejor para mí.
Terminé por fin con las galletas de vainilla. Las coloqué en la caja de color azul, en dónde anteriormente había colocado las de chispas con chocolate. Una vez todo listo, cerré la caja y le amarré un listón alrededor de esta, que terminaba en un moño.
Agarré la caja, después mi mochila y salí de mi club con dirección a la salida de la escuela. Quería sorprender a Iwaizumi, así que debía apurarme, más porque se iba a casa con Oikawa y le molestaba que este estuviera como mal tercio. Una vez en el exterior vi a los miembros del club. Lo busqué con la mirada, sin embargo, él no se encontraba por ahí.
Supuse que se habría quedado con Oikawa para ayudarlo o esperarlo, cualquiera de las dos. Con esa idea en mente, caminé hacia el gimnasio y me asomé por el marco de la puerta.
Solo estaba Oikawa, recogiendo sus cosas. Al girarse, me vio y me sonrió.
— Hola (Nombre)-chan ¿qué te trae a mis bellos brazos? — sonrió como solo él sabe hacerlo.
— ¿Dónde está Iwaizumi? — le pregunté.
— Ya se fue; me dijo que no se estaba sintiendo bien así que me dijo que se iría temprano — contestó, — lo más seguro es que te esté preparando una sorpresa.
Sonrió con picardía mientras me daba un suave codazo en mi brazo. No pude evitar sonrojarme, me emocionaba de igual manera que me tuviera un detalle.
— Bueno, de todas maneras, muchas gracias Oikawa — fue lo último que le dije antes de salir del gimnasio. Sin muchas más demoras, me dispuse a ir a su casa.
La tarde era bonita, eran de esas tardes dónde no había ni mucho frío ni mucho calor, algo extraño par el mes en el que estamos. Algunas de las hojas se caían de los árboles, y, de hecho, casi me tragó una.
Me reí por mi babosada. En ese instante, mi celular vibró. Lo saqué de mi mochila y encendí la pantalla.
Era un mensaje de Iwaizumi.
"Tú no tienes la culpa. Esto es mi problema, pero no se resolverlo. Te amo"
No comprendí lo que significaba, pero supuse que iba a explicármelo cuando nos viéramos, así que, una vez apagué el celular, lo guardé y aceleré el paso a casa de Iwaizumi.
Mi corazón latía como loco, no había razón realmente, pero quería llegar lo más pronto posible. Sin darme cuenta, comencé a correr y finalmente llegué a su casa. Me detuve en las escaleras del portón a tomar un respiro.
Una vez más tranquila, subí los escalones hacia la puerta. Me acomodé la ropa, me arreglé el cabello y toqué la puerta. Esperé cinco minutos a que Hajime me abriera, pero ese momento nunca llego. Pensé que probablemente él estaba en otro lado, pero el mensaje me daba la sensación de que Iwaizumi estaba en su casa.