Tener un novio que siempre tenía unas notas impecables era bueno para presumir, pero no a la hora de que él veía tus notas y te llamaba la atención.
— ¿Qué es esto? — te pregunto el peliblanco, pero no había un tono de forma de regaño, si no que parecía no saber qué es lo que traía en las manos: un 40 en matemáticas, un 50 en historia y un 60 en escritura de kanjis.
— Ah...mis exámenes de este periodo — respondiste con obviedad. Él parpadeó.
— Sí, pero ¿Por qué hay números tan bajos? ¿Qué es esto? — respondió con cierta inocencia, hojeando. Eso te dio un poco de vergüenza.
— Son malas calificaciones y fue porque no estudie lo suficiente para sacar un 100 completo — contestaste moviendo los dedos con pena.
— ¿Por qué? Si es muy fácil estudiar — preguntó.
— Bueno no a todos se les da esa facilidad — te encogiste de hombros y Kita ladeó su cabeza.
— Bien. La próxima vez te ayudare a estudiar — anunció y tú te quedaste sorprendida. Era la primera vez que te proponía algo como eso, pero era bueno. Ibas a sacarle provecho a tu precioso novio estudioso e inteligente.
— Me parece bien — le sonreíste con emoción.
(...)
Ya se acercaban el periodo de exámenes, de nuevo y Kita te había propuesto estudiar en su casa, no te negaste y fuiste. Tocaste la puerta, esperando que alguien la abriera. No paso mucho tiempo para que la puerta se abriera y se asomara una pequeña ancianita.
— Hola, buenas tardes. Vengo a estudiar con Kita-san — dijiste con una sonrisa.
— Oh pasa, querida — la ancianita se hizo a un lado para que pudieras pasar y eso hiciste. La casa olía a canela con un toque de algo más, que te hacía cosquillas en la nariz. Desprendía tranquilidad y armonía, — Shinsuke está en la sala.
La ancianita comenzó a caminar en dirección a lo que parecía ser la sala, así que la seguiste por el pasillo de madera de la tradicional casa japonesa donde vivía tu novio y su aparente familia. No tardaron mucho en llegar a una sala con una mesa en el centro, retratos, muebles de madera y a un Kita colocando un florero en la mesa.
— Shinsuke tienes una visita — anunció la viejita. El peliblanco le dio una ligera sonrisa en forma de agradecimiento por acompañarte hasta allá, — Los dejo solos.
La ancianita caminó por el marco de la puerta y tú te adentraste a la sala. Te sentaste en frente de Kita, quien te sonrió con dulzura. No obstante, miraste el marco de la puerta y la ancianita ahí seguía, viéndolos como una fanática del momento.
— Abuela — dijo Kita cuando él también lo notó.
— Oh sí, sí. Lo siento, ustedes sigan en lo suyo — dijo con diversión. La ancianita desapareció de ahí y viste a Kita con una mirada cuestionadora.
— Es la primera vez que invitó a una chica a la casa. Está emocionada — respondió Kita, — pero empecemos a estudiar que es a lo que viniste.
Asentiste. Sacaste tus libros de tu mochila, los abriste en las páginas que indicaban en el temario y Kita hizo lo mismo con los de él.
— Empecemos con lo más difícil, matemáticas — anunció y oraste porque no se complicará más de lo que era.
Empezaron a estudiar. Sorprendentemente Kita era bastante paciente cuando no entendías algo y te lo explicaba con tanta calma que deseabas que fuera tu profesor personal. Bueno no por nada estaba en la clase 7.