✨Nota: Si no haz leído el manga, puede que no entiendas mucho esta situación.✨
T e asomaste por el marco de la puerta del gimnasio. Viste a Hirugami, jadeando y mirando a la nada.
No te atreviste a entrar, porque pensaste que se enfadaría y lo menos que querías era fastidiarlo. Suspiraste. Giraste sobre tus talones e ibas a mancharte.
— ¿Por qué no hablas con él? — preguntó Hoshiumi, quien aparentemente estaba detrás de ti. Te sobresaltaste, te tocaste el pecho con la mano por el susto.
— Kōrai-kun casi me matas de un susto — dijiste nerviosa. El peliblanco te miró con los ojos entrecerrados. No era tonto.
— Habla con él — ordenó, — No pierdes nada.
— Hablaré con él mañana. Ahora está molesto y no quiero fastidiarlo más de lo que esta — murmuraste. El peliblanco suspiró con pesadez.
— Bien, entonces haz lo que quieras — dijo Hoshiumi y entró al gimnasio.
Tu suspiraste. Te alejaste de ahí antes de que los demás miembros del equipo te vieran. Estabas con las emociones al tope, no querías que te preguntaran lo que te pasaba porque no sabrías que contestar.
Hirugami y tú habían empezado a salir desde que entraron a la preparatoria Kamomedai. Era un cercano de tu familia y viceversa. Sin embargo, en los últimos meses él se había estado sobre exigiendo por el club de voleibol, al principio entendiste sus exigencias por lo de su familia, pero esta situación se fue tornando más oscura. Ahora la mayoría de veces que querías estar con él, siempre estaba entrenando o entrenando, o entrenando.
No querías recriminarle nada, porque sabías o te dabas una idea de cómo se sentía. Quizás mañana sería un buen día para hablar con él.
(...)
Viste a Hirugami yendo al gimnasio nuevamente. Caminaste lo más rápido que pudiste para alcanzarlo y cuando lo hiciste, le tocaste el hombro.
— ¡Sachirō! — lo llamaste, — ¿Podemos hablar?
El castaño te miro por arriba del hombro y suspiró.
— ¿Sobre qué, (Nombre)? — preguntó con cierta molestia en su tono de voz.
— Bueno sobre nosotros y la manera en la que me has estado tratando estos últimos meses — murmuraste con cierta tristeza. Hirugami chasqueó la lengua.
— Hablemos más tarde ¿sí? Voy a entrenar — dijo el castaño. Intentaste detenerlo, pero de nuevo, no quisiste decirle nada.
Pasaste tu día como todos los anteriores a los demás, sintiéndote sola a pesar de estar acompañada por tus amigos. Ese vacío en tu pecho no te lo quitaba nadie, bueno, a menos que tu novio mágicamente se diera cuenta que te estaba dejando a un lado y corriera hacia ti para pedirte perdón. No obstante, no pasó eso y te viste en vuelta en la lluvia, refugiándote de esta en el techo de la salida de la escuela, sola, nuevamente.
Mirando los charcos de agua que se hacían por toda la calle y el sonido del goteo te hicieron sentirte más dolida de lo que estabas ¿Por qué tenía que ser así?
— Pensé que ya te habías ido — escuchaste a tus espaldas y giraste para mirar al dueño de la voz.
— Yo...salí tarde de mi club — respondiste. Hoshiumi se detuvo a un lado de ti. Te parecía un poco gracioso la diferencia de altura entre él y tú. Soltaste una risilla.
— ¿Ah? ¿De qué te ríes? — preguntó casi gritando. Negaste con la cabeza.
— Nada, Nada — dijiste, — Solamente recordé un chiste.