Durante el primer año de preparatoria de Daichi, su familia paso por unas dificultades económicas y él se puso a trabajar de varias formas. Dese camarero hasta paseador de mascotas.
Su último empleo fue uno que no se esperaría y era ser niñera.
Si bien tenía el don de la paciencia, no le duraba mucho con los compañeros que lo desesperaban y dudaba mucho si le duraría con unos cuantos niños.
— ¡Sawamura-san! — exclamaron algunos niños que corrieron hacia el mencionado. El nombrado sonrió al ver a las criaturitas, — ¡Ven a jugar con nosotros!
— Tengo que ver a Maki-chan — dijo el castaño oscuro con una gota de sudor resbalando por su frente. Los niños hicieron un puchero y se cruzaron de brazos.
— ¡Ándale! — insistieron los niños.
— Bueno...
Instantáneamente el brazo de Daichi fue jalado por miles de manitas hacia la zona de los juegos. En aquella zona había res baladillas, pasamanos, castillos, areneros y unas casitas de juguete. Al preparatoriano lo llevaron ahí casi a tropezones.
— ¡Sawamura-san juguemos a los dragones y guerreros! — pidieron los niños.
— ¡No, Daichi-kun va a jugar con nosotras a la casita! — dijeron las niñas.
— Eh... ¿Qué les parece si un rato juego con los niños y luego con las niñas o jugamos todos juntos otra cosa? — sugirió Daichi. Los niños se miraron entre sí y negaron con la cabeza.
— ¡Juega con nosotros a los dragones primero! — exclamaron los niños y tomaron de la mano a Sawamura.
Durante el juego, le dieron un escudo de plástico y una espada de cartón. Unos cuantos niños se pusieron unos triángulos de cartón en la espalda simulando ser escamas de dragones y otros se pusieron cascos. Estuvieron jugando espadazos hasta que se aburrieron porque uno que era como el líder de los "caballeros" se peleaba con el líder de los dragones.
Los niños le agradecieron por jugar con ellas y Daichi se despidió de ellos mientras que iba a las casas de juguete dónde la mayoría de niñas estaban jugando a las tacitas con sus bebes de juguete.
— ¡Daichi-kun! — gritaron las niñas. El mencionado sonrió. Rápidamente las niñas fueron a arrastrarlo al interior de sus casitas, en dónde le hicieron colitas como pudieron, le pusieron un tutú y le pusieron pintalabios.
Lo sentaron en una de las diminutas sillas de plástico rosado, le dieron una taza de juguete y un croissant de mentira. Las demás niñas se sentaron a tomar el té y le exigieron que cuando lo bebiera, alzara el dedo meñique.
Estuvo dentro de esa diminuta casa jugando a las princesas unicornio por al menos 30 minutos hasta que escuchó llorar a Maki-chan, quien era una bebé de 3 años.
Daichi salió corriendo a la casa, que fue el lugar dónde dejó a la bebé. En sus adentros deseaba que no le hubiera pasado nada a la linda bebé. Cuando llego al lugar dónde había dejado a la criatura, le sorprendió ver a Maki-chan en brazos de (Nombre), quien era otra de las niñas que cuidaba.
Le estaba dando palmaditas en la espalda a su vez le decía que se calmara. La bebé no tardó en tranquilizarse y (Nombre) vio a su niñero.
— ¿En dónde estabas? — preguntó ella, — No deberías dejar a un bebé solo ¿Qué hubiera pasado si le sucedía algo a Maki-chan?
— Lo siento, es que los demás niños me llamaron y me arrastraron a jugar con ellos — respondió el castaño oscuro.
— Esa no es excusa
— De verdad, lo siento — dijo con una sonrisa nerviosa.
(Nombre) tenía alrededor de 9 años y los demás niños eran más pequeños que ella, así que nunca tenía con quien jugar porque no le gustaba lo que jugaban sus compañeros. A veces se la pasaba con Maki-chan, jugando con las mantas o cantando.
— Si de verdad lo sientes, quédate a jugar con nosotras — dijo la niña. Daichi suspiró cansado.
— ¿Qué vamos a jugar? — preguntó el preparatoriano.
— A la mamá y al papá. Maki-chan será nuestra hija — anunció (Nombre) con una sonrisa. Daichi no dijo nada, aunque lo sorprendió de sobre manera, pero luego recordó que eran niños y la mayoría de los niños o niñas juegan ese tipo de cosas.
(Nombre) y Daichi hicieron una casita de sabanas y mantas, con peluches y almohadas en el interior. Hicieron una camita súper acolchonada para recostar a Maki-chan.
— ¿Cómo te fue en el trabajo, querido esposo? — preguntó (Nombre) y sirvió una taza de té imaginario.
— Ah...bien, gracias — respondió algo nervioso. Tomó la taza de plástico entre sus manos y le dio un sorbo, — Esta muy rico.
— Muchas gracias. Lo hice con todo mi corazón — sonrió, — Sawamura-kun.
— Mandé, (Nombre)
— ¿Tienes novia? — preguntó. Las orejas de Daichi se pusieron rojas de la vergüenza.
— No, no tengo — sonrió nervioso. (Nombre) sonrió de oreja a oreja.
— ¡Qué bueno! — exclamó con felicidad. El castaño oscuro ladeó la cabeza con confusión.
— ¿Ah? ¿Por qué, (Nombre)?
— Porque cuando crezca, nos vamos a casar — sonrió dulcemente. Sawamura se quedó perplejo ante lo que dijo, parpadeó un par de veces antes de que su cerebro procesara la información.
— ¿Qué...? — susurró.
— Usted me gusta Daichi-kun y cuando cumpla mi mayoría de edad, me voy a casar contigo — declaró.
— ¡Pero yo soy mucho mayor que tú! ¡Además lo más probable es que conozcas a otros chicos que te gusten! — balbuceo, con desespero.
— Nop, me voy a casar contigo
— Pero...
(...)
— Te dije que nos íbamos a casar — dijo rodeando con sus brazos el cuello de su ahora esposo, — ¿no, Daichi?
— Debí saber que era un aviso, no una propuesta — sonrió el castaño oscuro. Tomó entre sus brazos a su esposa, quien estaba vistiendo un vestido blanco como la nieve y un ramo de rosas frescas mientras los invitados aplaudían y felicitaban a la pareja de recién casados.
Este me quedo medio feo, asi que pido perdon.