— ¡Vamos a tener un bebé! — exclamaste para ti misma mientras veías el resultado de la prueba de embarazo que te hiciste.
No estabas sorprendida. Sabías que tendría que pasar en algún momento. Aunque no tan pronto. Bueno, el problema era decirle a Lev. Él era modelo y tú eras dueña de una marca de ropa medianamente importante.
Ustedes se conocieron cuando fuiste a revisar las ropas que él iba a modelar para un anuncio publicitario de tu misma marca. Simplemente le gustaste desde el primer momento.
— ¡lyubímaya! ¡Ya llegué! — la voz de tu novio resonó por las paredes de su departamento, — ¡Traje comida china, que no es tan china por que la persona que la hace es americana!
Reprimiste una risa mientras salías del baño y caminabas a la pequeña sala al principio del pasillo. Te asomaste desde la blanca pared, observando a tu novio que estaba sacando la comida china de las bolsas de plástico e iba a la cocina por un par de platos.
No estabas segura si fuera buena idea tener un bebé en ese momento de su vida. Después de todo, no sabías si Lev estaba dispuesto a responsabilizarse por su paternidad.
Bueno no querías estar torturando tu corazón con cosas que tal vez ni siquiera pasarán.
— Lev — lo llamaste y saliste de tu escondite. Te recargaste en la pared blanca con los brazos cruzados y lo miraste. Él se encogió en su lugar y te miró con miedo.
— Te juro que levante la tapa del baño — te dijo. Sonreíste.
— No es eso. Tengo algo que decirte — dijiste tomando una postura seria, lo que hizo sentirse intranquilo a tu novio.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan seria? Me da miedo
— Yo...bueno. Descubrí que estoy embarazada — dijiste por fin.
Lev dejó salir el aire albergado en sus pulmones y se alegró.
— Ahh — se agarró el pecho, — Era eso. Pensé que era algo peor. Está bien, vamos a comer.
Frunciste las cejas. ¿Así es cómo reacciona?
¿Qué le pasa?
— Lev, vamos a tener un bebé — le repetiste para que volviera a escuchar.
— Sí, eso es muy lindo. Está bien, no te preocupes. Podremos ser padres juntos — sonrío, — Ahora vamos a comer que ya tengo hambre.
Te sentiste extrañada ante la actitud de tu novio, pero decidiste no seguirle dando vuelta al asunto. Cambiaste a la mesa, te sentaste y ambos empezaron a comer.
— ¿Qué pensaste que te iba a decir? — le preguntaste cuando terminaste de comer tus fideos.
— Pensé que me ibas a decir que te gustaba el vecino, el francés ese — dijo casi lloriqueando y con la boca llena de arroz. Reíste.
— Canadiense — lo corregiste.
— Bueno eso — siguió comiendo.
Ambos comieron en silencio, pero no era incómodo ni nada solo que tú estabas analizando su reacción.
— lyubímaya no te preocupes ni te estreses que le hace daño a malysh — dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Estás seguro que podremos ser papás?
— Sí, claro ¿qué tan difícil puede ser?
(...)
— Lev — lo llamaste. Le tocaste el hombro y él soltó un quejido. Aún estaba dormido.