Hᴀᴊɪᴍᴇ Iᴡᴀɪᴢᴜᴍɪ

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La carta estaba lista. Solamente necesitabas entregarla.

Un papel con todos tus sentimientos escritos estaba encerrados al interior de un sobre que sería entregado a uno de los chicos más lindos que conocías.

Ese día sería especial.

Las clases apenas estaban empezando y te decidiste que darle la carta sería lo primero que haría al iniciar tu día escolar.

Llegaste a la escuela llena de entusiasmo y tranquilidad. Caminaste entre la multitud de adolescentes de otros grados, en busca de la persona que te gustaba, quien probablemente estaba con su mejor amigo en dirección al gimnasio para empezar con sus entrenamientos.

Viste su silueta entre las personas y decidiste apresurar el paso.

Cuando estuviste detrás de ti, tus piernas empezaron a temblar y tú voz no salía. El estómago era un manojo de nervios. Tal vez porque no estaba solo y tenía a todo su equipo con él. No obstante, el coraje que almacenaste esta mañana te impulso a tocarle el hombro.

Él se giró y te miró con una sonrisa amable.

— Hola (Nombre)-san ¿Qué sucede? — preguntó Iwaizumi. Oikawa, quien estaba a su lado, se detuvo un poco más atrás que Iwa-chan junto con los demás miembros del equipo de vóleibol. Su atención estaba en ti y el as del Aoba Johsai.

Cómo pudiste, con tus manos temblorosas sacaste la carta de tu mochila y extendiste tus brazos hacia él. Iwaizumi te miró confundido y ladeó la cabeza.

— ¿Ah? ¿Es para Oikawa? ¿Quieres que se la dé por ti? — preguntó. Negaste con la cabeza.

— Es para ti, Iwaizumi-kun — respondiste. Instantáneamente, la cara de Hajime se puso roja, roja como el trasero de un babuino y empezó a balbucear cosas que no entendías.

— ¿¡P-para mí!? — exclamó con nerviosismo. Asentiste con la cabeza, — ¡Ah! ¡M-muchas gracias! Y-yo... ¡Lo siento, tengo que irme! H-hasta luego (Nombre)-san

Iwaizumi tomó la carta, giró en sus talones y se marchó hacia donde estaba su equipo con los ojos abiertos ante la escena. No entendías muy bien su reacción, pero estabas internamente satisfecha de haberle podido dar la carta.

El timbre sonó y todos empezaron a entrar a sus respectivas aulas, tú no fuiste una excepción.

(...)

Compartías unas clases con Iwaizumi y eso te ponía nerviosa, porque para ese punto estabas segura de que él ya había leído la carta. Lo sentías desde lo más profundo de tu ser.

Una de las clases que compartían era química y los asientos eran en parejas. Usualmente Hajime llegaba tarde y eso producía que él terminara sentándose contigo. Fue así como empezaron de hablar.

En esta ocasión no fue diferente.

— Como parte del proyecto de las células animales, tendrán que disecar una rana o simplemente hacer una maqueta de la rana, cualquiera está bien y como se acomode a sus necesidades. De todas maneras, hay una rana de muestra en sus asientos para que puedan observar a detalle el complemento del tema de hoy — mencionó el profesor.

En efecto, había una rana encerrada en una cúpula de cristal ligero encima de su escritorio.

— ¿Qué es lo que prefieres hacer, Iwaizumi? — le preguntaste. Él se exaltó.

— Lo que tú quieras — respondió sin mirarte. Miraba su libreta.

— Yo estoy bien con cualquiera de las opciones — le sonreíste de la manera más amable que pudiste. Eso lo puso más nervioso.

— Y-yo creo que es mejor hacer la maqueta. No me gustaría matar a un animalito — dijo con nervios y acarició la cúpula de cristal en donde estaba la rana. Sin embargo, con el dedo, Hajime tocó de más la cúpula que hizo que se rompiera el vidrio. Debido al sonido, la rana se asustó y brinco hacia Iwaizumi.

Se metió en su camisa y luego brinco a sus hombros, de ahí a su cabeza mientras que él se ponía más nervioso con todo lo que sucedía. Antes de que la rana brincara a otra cabeza, la tomaste entre tus manos y el profesor ya no tuvo que ir a socorrer a Iwaizumi.

— Parece que le gustas y por eso brinco hacia ti, Iwaizumi-kun — bromeaste, pero solo hiciste que el mencionado se sonrojara hasta las orejas y mirará hacia otro lado contrario al tuyo.

Así se la pasó Iwa-chan. Durante la clase de arte, mancho de pintura negra su lienzo porque se puso nervioso porque le pediste que te pasara la pintura roja que tenía a la derecha.

Ni hablar en la materia de inglés que la voz le tembló cuando le pediste que te pasara su tabla de verbos y la profesora pensó que se estaban copiando, y le pidió a Iwaizumi leer un fragmento del libro, el cual pronunció horrible.

Tu día finalizó con tu club, que en realidad no era la gran cosa, solo era realizar un gorro pescador para la próxima semana. Después de eso, te sentaste debajo de un árbol a esperar que la escuela diera su última campanada.

Te sentías un poco decepcionada por lo de la carta. Pensaste que al menos Iwaizumi iba responderte o decirte algo, pero lo único que paso fue que se puso como gelatina de cereza y te ignoraba.

Tal vez no sabía cómo rechazarte sutilmente.

— Yo...— dijo alguien cerca de ti, — vine a hablar contigo.

Miraste de reojo que el as de Aoba Johsai se sentaba a tu lado, pero este te daba las espaldas.

— Perdón que no pueda ser de frente, pero es que me pongo muy nervioso y al final no podría decirte que es a lo que vengo — te dijo y tú no te quejaste, — Yo leí tu carta.

— ¿Y qué más?

— Y-yo...bueno, tú...(Nombre)-san ¡yo correspondo tus sentimientos! — exclamó y viste como sus orejas se ponían rojas. Abriste grandes los ojos cuando escuchaste su mandato. Tu corazón iba a salirse de tu pecho.

— Iwaizumi-kun ¿Por qué no me lo dijo antes? — preguntaste.

— Pensé que yo no era tu tipo y hoy, cuando me disté la carta, pensé que era para Oikawa porque usualmente las chicas que se me acercan es porque quieren acercarse a él. Perdón si te ignore todo el día, estaba muy nervioso porque no sabía si era una broma.

Eso derritió tu corazón. Te levantaste y fuiste a rodear sus hombros con tus brazos. Posaste tu mejilla sobre su cabello sudado, pero eso no te importaba en aquel momento.

— Me gusta mucho Hajime Iwaizumi — murmuraste. Luego le diste un beso en la mejilla que lo hizo saltar en su lugar.

— ¡Me gusta mucho Hajime Iwaizumi! — gritaste y lo abrazaste con fuerza mientras que sus mejillas se ponían coloradas y se giraba hacia ti. Sus brazos tomaron tu cintura, hicieron que tú cayeras sobre sus piernas y te rodeo en un abrazo fuerte de oso mientras te daba un beso en la mejilla.

<3

ʀᴜʟᴇᴛᴀ; ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora