— Hola — saludó Ushijima en el otro lado de la línea, — ¿Cómo sigues?
— Ya mejor, supongo — dije con la nariz tapada. Estaba como la virgen María, pero estaba cubierta con una manta calientita que mi novio me compró hace tiempo. Estaba en la cama, acostada y viendo mi celular, con una caja de pañuelos a lado y un termo con té caliente de manzanilla que hizo Wakatoshi antes de irse a trabajar.
— Que bueno, ya casi llego — dijo.
— Esta bien aquí te espero — le respondí, — Te quiero, adiós
— Adiós
Colgamos la llamada. Yo volví a acostarme, y esperé a que él llegara a casa. Había atrapado un resfriado durante la semana, fue terrible porque me dio fiebre en la madrugada y asusté a Wakatoshi.
Deslice mi dedo por la pantalla de mi celular hacia la siguiente publicación de mi Instagram. Era una publicidad de unos zapatos que estaban muy lindos así que le di me gusta.
La siguiente era igual de una publicidad; esta vez, de una sex shop. Estaban al tres por dos los vibradores, los dildos y tapones.
Por alguna razón, me dio un piquete de placer en el vientre bajo. No me sorprendió mucho, suelo ser muy caliente así que decidí reprimirlo y crucé mis piernas con fuerza.
Gran error.
Solo hice que la excitación aumentara.
Sabiendo que no me calandria tan rápido, miré mi mesita de mesa y abrí el último cajón de esta. Metí la mano hasta el fondo, saqué un vibrador de bala de color morado luego volví a cerrar el cajón.
Abrí las piernas, metí mi mano con el vibrador debajo de la manta; luego, debajo de mi ropa e inserté el vibrador en mi entrada semi mojada.
Busqué la aplicación de mi celular en donde se controlaba al vibrador y le di en el botón de iniciar. Las vibraciones que configure eran fuertes y rápidas. Quería terminar antes de que llegara Ushijima porque si me veía así, lo más probable es que mañana no podré ir al trabajo, pero esta vez por que no pueda ni sentarme.
Con una mano libre, comencé a estimular mi sensible botón y solté un suspiro. Cerré los ojos dejándome llevar por las sensaciones que mi cuerpo estaba experimentando.
Poco a poco empezaba a sentir como llegaba a mi orgasmo, ese punto tan dulce. Mis piernas estaban temblando, mordí mi ante brazo para reprimir un gemido y mi espalda se arqueaba según los espasmos que me recorrían la espina dorsal.
Estaba tan perdida en ese mundo de estimulación y placer hasta que escuche que la puerta se abrió.
— Ya llegué — anunció la voz de mi novio desde la entrada.
No me quite el vibrador, estaba tan extasiada para hacerlo. Tampoco lo detendría, en cambio, le bajé un poco el ritmo de las vibraciones. Después saqué mi mano y limpié mis dedos que estaban húmedos.
Hice como si nada pasaba. Escuché sus pasos por el pasillo. Trate de reprimir cualquier sonido obsceno y evite arquear la espalda.
— ¿Cómo estás? — preguntó entrando a la habitación. Me aferre a la manta.
— B-bien, estoy mejor — respondí como pude.
— ¿Segura? No te ves muy bien — dijo frunciendo la ceja. Me dio un espasmo muy fuerte, que me hizo temblar, — Deja veo si tienes fiebre
— ¡N-no! Estoy bien — dije mientras abría un poco las piernas debajo de la manta. Mordí mi labio para reprimir un gemido, sin embargo, no logré contenerlo — ¡A-ahg!