❝―Posiblemente, la sangre que tu lengua saborea es mía, y sólo posiblemente, tu estés disfrutando de ello.❞
Eri Madoka había sido encerrada, maltratada, y usada toda su vida bajo una mano conocida; luego de un siglo sin ver la noche con sus propios...
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La rubia estaba sentada en su sofá individual, con una fina taza de té entre sus dedos, les contaba a las primeras personas en quien confió luego de Karlheinz su monótona historia de vida, una que la llevo a ellos. Reiji asintió, siendo el primer en hacerlo, parecía perdido igual que los demás. Eri conocía todo de ellos, y ellos debían conocerla a ella al menos un poco. Siendo una chica que sufrió muchos años la soledad inminente.
Para alguien como ella seguía siendo mucha suerte estar viva hasta ese punto, pudiendo convivir con esos manipuladores hermanos, agradecía ser bien entrenada, Eri sentía pocas cosas, pero dijo con sinceridad todo ante ellos. Logrando convencerlos.
―¿Siguen odiandome?―miro específicamente a Shu, el rubio suspiro de ojos cerrados― Mi apellido proviene de mi madre, una humana campesina, ¿Eso está bien para ustedes?
―Está bien.―Subaru se levantó― No importa eso, no importa si ese nombre te manipuló o si te engaño, quedate aquí y podremos...
―Imposible.―ella dejo su taza de porcelana sobre la mesita― Cuando alguno se case con Eva yo me iré, y no hay objeción.
―¡Es absurdo!―nego el pelirrojo― ¿Por qué debes irte? Eva es sólo algo de lo que ganar poder, ¿por qué...
―Por mi vida.―contestó― Shu lo sabe.―las miradas fueron a el― ¿Quieres contarles?
El abrió un ojo, y asintió.
―Karlheinz le prometió capturar a su padre si ella lograba su misión, si alguno asciende a Rey, el que se case con Eva ganará, tras eso ella podrá vengarse de Ruperth. Y luego...
―Y el luego es incierto, una verdad que pocos sabemos, el futuro es impredecible. Alguien como yo ya ha vivido mucho, al igual que ustedes, yo no he tenido una buena vida en este mundo, si logró descansar en paz sería suficiente para mi, poder ser feliz y saber que vengue a mi madre de todo el sufrimiento que paso al lado de ese monstruo.
La sala quedó en un silencio tenso, aunque la mayoría de los hermanos querían que Erika se quede a su lado, saben que ella era difícil de convencer, sabían que la vida para ella era sólo un obstáculo. Deseaba acabar con ella misma y poder descansar en paz junto a su madre. Subaru negó, dolido, en todo ese tiempo había podido encariñarse de ella, a su única manera.
―¿No puedes pensar en nosotros?―le dijo, de pie.
―Subaru, piensa en lo que dices.―le regaño su hermano mayor. Reiji acomodo sus lentes y negó― No hay nada por hacer, ¿entiendes? No puedes decidir por ella.
Era un momento que todos odiaron.
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