❝―Posiblemente, la sangre que tu lengua saborea es mía, y sólo posiblemente, tu estés disfrutando de ello.❞
Eri Madoka había sido encerrada, maltratada, y usada toda su vida bajo una mano conocida; luego de un siglo sin ver la noche con sus propios...
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Los hermanos Sakamaki seguían siendo el peor de los enigmas para Yui o era así hasta un cierto momento, su mayor preocupación paso a ser otra cuando esa invitada comenzó a aparecer en cualquier cosa. Había sólo pasado un día pero ella parecía conocer muy bien a todos, el único que no sedia a sus encantos era el hermano mayor, este y la chica ni siquiera se observaban. Era extraño.
Pero como todos los días, o mejor dicho, noches; los siete debían ir a la escuela nocturna, Yui no espero que al bajar las escaleras se encontraría con la invitada usando su mismo uniforme, y le quedaba muy bien, parecía ser alguna princesa de un cuento de hadas. ¿Acaso todos los vampiros se veían así de bien? Comenzaba a pensar que si.
Pasaron a subir a la limusina, sus ojos no podían dejar de observarla, ni al Sakamaki a su lado, en este caso era Subaru, el menor era quien parecía estar más flechado por ella, pues cada cosa que decía el asentía con toda su atención. Jamás lo había visto así, solo lo recordaba como un chico frío que apenas la veía.
Algo en su pecho dolió.
Al legar a la escuela, su mala suerte empeoró cuando ella entró al mismo salón que los trillizos y Yui, quien auque no quería admitirlo se sentía incómoda con su presencia en todos lados.
―¿Te resultan fáciles las clases, Eva?―le pregunto, a su lado en un pupitre, a su costado había otra chica, pero ella no les daba atención.
―Intentó mejorar, ¿Usted ya había venido a una?―Erika la observaba con su barbilla sobre su mano, dándole su atención con burla. Asintió a su pregunta, confundiendo a la menor― ¿En esta escuela?
―Hace un tiempo, no hace mucho.
―Pero...
―Madoka-san ―su charla fue interrumpida por un chico, Yui lo reconoció como uno de los pocos humanos que había ahí, le sonrió, pero esa sonrisa encantadora se desvaneció cuando el sólo observaba a la mayor, quien le dedico una fría mirada― Hola.
―Ryussuke-kun.―se levantó― Pasó un tiempo.
―Cuatro meses, Eri.
Poco más de cien días donde Eri trataba de mantenerse cuerda como hasta el momento.
―Yo queria... disculparme por...
―¡Todos a sus asientos, la clase comenzó!
Eri paso a ignorarlo para sentarse en su lugar con la vista al frente, el chico mordió su labio para darse la vuelta e ir a su sitio. La clase se llevo a cabo tranquilamente, de vez en cuando Yui giraba para ver a los hermanos a sus espaldas, completamente desinteresados en lo que la profesora decía.
La historia natural de los hechos de hace milenios, tradiciones, e incluso historia humana y como ellos eran sólo presas de vampiros. Los pocos humanos que estaban en la clase no se sorprendían ante las horribles cosas que decían de ellos, sólo lo aceptaban como algo normal, después de todo era cierto en algún punto.
Por su parte, la humana rubia quería dejar de oir esas atrocidades, ella se consideraba alguien valiosa y no sólo una simple presa con sangre dulce para ellos. Pero al ver a su compañera a su lado se percató de algo, mientras ella decía tener un mínimo valor, alguien a su lado valía más de lo que ella en toda su vida, o así lo creía.
Aunque Erika era sólo una muñeca que Karlheinz movia a su antojo, su valor como parte de la realeza murió en el momento que su sinico padre decidió huir para salvarse del Rey, quien lo buscaba por alguna razón que Madoka desconfiaba, ahora ella buscaba venganza por mano propia y necesitaba del hombre.
Giró levamente su cabeza sobre el hombro para ver en los asientos traseros a Ryussuke observarla con atención. Sonrió y el le devolvió el gesto.
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