PRÓLOGO

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❝¿Vas a aceptar, Eri?❞

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¿Vas a aceptar, Eri?

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Sus labios resecos se comparaban a su garganta, le dolía, podía sentir el deseo por probar solo una pequeña gota de sangre. La oscuridad que la invadía era costumbre, toda la habitación estaba de esa manera, y para su desgracia, posiblemente sea así hasta los próximos milenios a los que le debia agradecer a su inmortalidad. A menos que su padre la mate antes de cumplir un año más. Gruñó, destrozando el espejo frente a ella, sus nudillos se agrietaron cuando los cristales la perforaron.

Gotas de sangre deberían salir de su interior, pero nada, ni la más mínima gota salió. Sus nudillos habían sanado más rápido que la otra veces. Gimio desesperada, sus instintos la estaban matando lentamente, ¿Qué haría? Un vampiro sin sangre moría de la manera más dolorosa, ¿Hace cuánto no bebía el líquido espeso que amaba? ¿Diez años o más? No lograba recordar cuando fue la última vez que su padre la alimentó.

Volviendo a su cama, se dejo caer sobre esta exhausta. Pensó en como su madre la hubiera salvado, si ella estuviera viva, podría hacer miles de cosas en el exterior, como cuando era una niña. Cien años habían pasado desde ese entonces, cuando sonría y era feliz. Ahora sólo podía sentirse cautiva llena de dolores y axfiscia. Ya no aguantaba estar encerrada, sin una ventana, sin nada a su alrededor. Su habitación y el baño era lo único que tenía en ese momento. Los años pasaban y ella apenas crecía, ya no podía verse en el espejo y comprobar si en verdad ya no era una niña como lo era.

Cerro sus ojos, deseando ya no abrirlos. Pero entonces, la puerta que nunca creyó poder abrir... se abrió. Unos ojos amarillos brillaron entre las penumbras, se estremeció, y retrocedió en la cama. Como instinto, sus colmillos salieron a la luz.

―¿Eri?

¿Ese era su nombre? No lograba recordar.

―Eri, puedes acercarte, no te haré daño.―el misterioso hombre que desprendía elegancia se acerco cautelosamente― He venido a sacarte de aquí.

Entonces el pecho de la muchacha se lleno de esperanza, ¿La iban a sacar de ahí? Quiso llorar.

―Soy Karlheinz, o Tougo Sakamaki. Como prefieras llamarme.

Quiso hablar, pero luego de tanto tiempo, ya casi olvidaba como.

―¿Y m-mi p...papá?―preguntó.

―Huyó.

Lágrimas inundaron sus ojos.

―Necesito tu ayuda, Eri. O más bien, ¿Quieres que yo te ayude a ti? Puede ser algo mutuo, linda.

¿En que podía ayudarla ella? Si no poseía nada, toda la fortuna que alguna vez tuvo su padre se la arrebató, el poder que tenía era nulo sin energías, la sangre que necesitaba no la tenía, no tenía nada.

―Te sacaré de aquí, sólo si estas dispuesta a negociar.

―Q-Quiero s...sa-salir.

Entonces con la poca luz que provenía de la vela que el hombre traía, ella pudo ver como Karlheinz cortaba su muñeca, sangre comenzó a brotar, alarmado a Eri, desesperada, sus ojos cambiaron a un rojo deseoso.

―Puedes beber, pero sólo si aceptas mis condiciones. ¿Vas a aceptar, Eri?

―Acepto.

Y sin esperar más, los colmillos de la joven se incrustaron en la piel del hombre, mientras absorbida su amarga sangre con desesperación. Karlheinz sonrió ladinamente, satisfecho de que todo resultará bien.

Entonces, sólo ahí todo había comenzado.

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血液 ketsueki  ➵ diabolik lovers ;; au ✔ SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora