13: una noche.

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―Realmente me siento mal, Reiji

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―Realmente me siento mal, Reiji.―dijo, el chico suspiro, tenía a la joven sobre sus piernas, con un tirante de su pijama caído y una mordida ya cerrada.


Esa "mañana" Erika habia llegado a su despacho diciéndole cuan mal se sentía, unas palabras bonitas y el masculino había caído en su mentira blanca. Pasó su brazo por el cuello de el, acariciando su cuero cabelludo con suavidad. El pelinegro la observó fríamente.

―¿Está es una excusa para faltar a tus clases?

―¡Sabes que amo la escuela!

―¿Y eso a mi que? Tu deber es ir, no seas estúpida.

«No seas estúpida.» Se repitió inocentemente en la cabeza, asintió, bajando su mirada con un puchero en sus labios. Convencer a una persona como Reiji no era nada fácil, el chico era quien posiblemente más sabía de sus trucos luego del mayor, Shuu era un peligro. Se pegó más al pecho de su contrario, sintiendo sus casis inexistentes latidos.

―Prometo no causar problemas, pero hoy no puedo ir. En verdad me duele mucho la cabeza, ustedes están todo el día mordiendome, y no tengo la sangre necesaria este último tiempo.

―¿Necesitas sangre?

―Sí.―asintió.

―Está bien, puedes quedarte a descansar.―acepto.

Erika vio desde el ventanal de su habitación como la limusina se iba entre la oscura noche, pasaba por las rejas de la mansión, alejándose así del hogar

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Erika vio desde el ventanal de su habitación como la limusina se iba entre la oscura noche, pasaba por las rejas de la mansión, alejándose así del hogar. Antes no temia de estar sola, pero en ese momento si, se había acostumbrado de alguna manera a estar rodeada de personas todo el tiempo.

Salió de su habitación, utilizando su vestido bajó las escaleras con tranquilidad. Karlheinz le había enviado una carta al despertar, en este escribía que necesitaba encontrarse con ella para saber su desarrollo en la única tarea que le dio. Estaba nerviosa, no le estaba yendo tan bien como esperaba, y los hermanos aún no confiaban ciegamente en ella como se esperaba.

Estaba siendo inútil...

―¿Entonces... qué tal todo?―una imponente figura se posó frente a ella, sus frios ojos que fingian amistad estremecieron a Eri.

Trago saliva, sentándose frente a el en el sofá de la sala. El la observaba con atención, analizando cada pobre movimiento de la joven.

―B-bien.

―¿Sólo bien? Dime algo más, Eri. Quiero saber si haz logrado la rivalidad que perdieron.

―Aunque ellos no se lleven del todo bien entre sí... parecen muy unidos en ese sentido. Supongo que hacerse daño entre sí no está en sus planes, señor.

―¡¿Entonces que haces aquí?!―Madoka se encogió en su lugar infundada cuando el levanto su voz― Se supone que tu tendrías que ser la manzana de la discordia.

―P-pero ellos no ceden ante ningún coqueteo fácil, sólo toman mi sangre y se olvidan de mi. No parecen más interesados más allá de eso, señor.

―¿De quien es la culpa entonces?―se levanto― Te doy una semana, Erika. Si no logras que todos mis hijos comiencen a pelear entre sí, olvídate de todo. Volverás con tu padre a esa sucia habitación.

―¡Pero señor!―se levanto, angustiada y desesperada.

―Quedas advertida, ya tengo a otra humana quien cumpla tu papel.

Sin más, Eri observó como el desaparecía de la misma forma en que llegó. Pequeñas lágrimas recorrían sus mejillas hasta caer al suelo, ¿cómo iba a hacerlo? No podía permitir volver a lo de antes y que una inútil humana ocupe su lugar. Ahora era cuestión de vida o muerte.

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血液 ketsueki  ➵ diabolik lovers ;; au ✔ SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora