O3: hermanos.

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El silencio era algo de lo cual ella se acostumbró, como cada paso que daba retumbaba en sus tímpanos como campanas de Iglesia sonando cada día sin parar ni una vez. Cada paso, cada suspiro, y cada respiración ella lo oía hasta lo más mínimo. Pero tolerable eso, caminaba por el pasillo de la Mansión, todo era nuevo para ella, había sido preparada para cualquier tipo de situación pero estando allí parada se daba cuenta que era diferente a lo que imagino.

Bajó las escaleras con lentitud, miedosa de cada pisada. Su cuerpo se paralizó cuando estuvo frente a seis pares de ojos que la analizaban con atención, cada uno poseía una personalidad diferente que llegaba a marearla, su antes muerto pulso se aceleró por ellos.

Sabía que el olor que desprendía era fuerte, tanto que eso la había llevado a estar encerrada durante siglos en ese cuarto. Pero al tener que actuar como simplemente una ignorante llegaba a ser difícil, su cuello peligraba a cada segundo.

Cuando un vampiro toma la sangre de otro por su propia cuenta puede llegar a ser satisfactorio, un placer inigualable para el que es acorralado y para el que toma. Disfrutar de algo tan doloroso era parte de sus instintos. Pero para los humanos era similar a una tortura.

―Puedes sentarte.―el pelinegro le indicó un lugar cerca de el, quien estaba en la punta de la enorme mesa.

Vio la comida sobre esta, entonces su ceño se fruncio con confusión.

―¿Por qué están comiendo?―las miradas fueron nuevamente a ella.

―¿No comes?―pregunto el pelirrojo a su lado, masticando carne.

Si comía, pero de eso hace muchos años, ella había olvidado la necesidad al afeitar sus instintos de vampiro.

―¿Cuál es la necesidad de algo así? Suena asqueroso.

Desde hace un siglo solo había probado sangre y agua, y aunque no era una Sangre Pura como ellos. Su necesidad de comer comida humana era nula. Así que observó los platos de comidas con repulsión, asco verdadero.

―Es de mala educación mirar así a la comida.―bufo Reiji.

―¿Acaso nunca has probado Takoyaki?―Ayato extiende un palillo con comida en el, su simple olor le causaba mareo, aparto sus fosas nasales para evitar olerlo un segundo mas. El aludido gruño molesto, como si le ofendiera que ella no comiera lo mismo que el― Bien, trajiste a una estúpida.

―Hum, ¿No tienes hambre?―una revoltosa mano fría paso por el muslo de Eri, estremeciendola. La chica giro su rostro hacia el vampiro, Kanato tenía una fria expresión sin vida que jamás había visto, daba miedo como sostenía con una mano su preciado osito Teddy, mientras que con otra la tocaba a ella― A mi me gustan los dulces...

―Pasó de todo eso, si soy sincera.

«Ahora mismo sólo quiero sangre» dijo interiormente, pero se regaño a si misma por desear algo imposible, estando allí no podía beber ni una gota, era ella quien las daba. Cambio su visión al resto de los hermanos Sakamakis, jóvenes que comían en silencio, sin darle atención al más mínimo ruido.

El rubio sólo tomaba un té, y en sus oídos parecía tener auriculares para escuchar música... luego Subaru, el más parecido a Karlheinz, aunque ciertamente ellos se odiaban, tenían algunas similitudes en su comportamiento. La rubia mordió su labio, viendo la comida nuevamente. Tomo un poco de valentía y con los cubiertos de un raro material pico la carne.

Era muy grande para llevarla a su boca.

―Tienes que cortarla, estúpida.―gruño el menor de lo hermanos, irritado del extraño comportamiento de la "invitada"― ¿Eres cavernícola? ¿Cómo es posible que no sepas cosas tan básicas? Parece que has vivido en una cueva toda tu vida.

«Posiblemente sea lo más similar a eso.»

―Lo siento.―se disculpó avergonzada.

―Tienes que cortarlo con el cuchillo a tu izquierda, clava el tenedor y luego pasar el contrario por arriba hasta cortar la carne adecuadamente.―explicó el pelinegro, tacituno.

―D-de acuerdo.―sintiendo sus mejillas rosas de la vergüenza comenzó a hacer lo que pedía.

Al ver como un pequeño trozo de carne estaba en su tenedor sonrió; lo llevo a su boca y bajo la atenta mirada de todos mastico con su boca cerrada la comida.

―¿Y?―arqueo su ceja Laito.

―Está bien.―asintió ella, sonriendo.

―Entonces felicidades, haz pasado a un nuevo nivel en la sociedad.―biro sus ojos el segundo hermano mayor.

―Gracias.―rió.

―rió

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血液 ketsueki  ➵ diabolik lovers ;; au ✔ SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora