19: fobia.

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Su claustrofobia generada por los años encerrada no eran de ayuda, y el lo sabía

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Su claustrofobia generada por los años encerrada no eran de ayuda, y el lo sabía. Mucho menos la limitación de habilidades por su parte humana, cualquier vampiro podría salir, pero ella no, no contaba con esa habilidad tan buena. Volvió a caer sobre sus rodillas, pegando su frente a la puerta, su rostro estaba húmedo por el llanto interminable.

¿Por qué ella?

―P-por favor.―su debil corazón se sentía cada vez más lento al compás de su respiración, no toleraba la oscuridad y mucho menos los espacios tan pequeños― ¡Reiji!―grito por su ayuda― ¡Kanato!―siguio golpeando el artefacto.

No sabía que sus manos se iban a debilitar tan fácilmente, como aquella primera vez.

―¡Padre! Por favor.―golpeaba la puerta con frenesí, desesperada por una salida luego de días allí dentro. Pero nadie lo hizo, nadie le abrió. Jamás.

¿Iba a volver a lo mismo? ¿Ese era su castigo? Se preguntaba que había hecho en vidas pasadas como para sufrir de esa manera. Si solo... hubiera escapado con su madre... nada de eso pasaría.

Sentía su respiración irregular, algo en ella se apagaba a medida que el tiempo pasaba. Su mente comenzó a jugar en su contra cuando las paredes parecían acercarse cada vez más, intentando aplastados; grito con terror, no soportaba más, a ese punto su corazón podría detenerse, cerró sus ojos, cubrió sus oídos y se tiró sobre el suelo frío.

«Ayuda, ayuda, ayuda.»

Como si fuera un golpe de suerte, una pequeña luz entró al compás de la puerta chirriando al ser abierta. Erika se levanto velozmente, con lágrimas cayendo de su rostro observó al hombre frente a ella. Sabía todo con sólo verle el rostro, ella jadeo, sufriendo en silencio.

―Ya es hora de irnos, Erika.

―S-saqueme de aquí.―rogó.

―No volverás. No los volverás a ver.

Aceptaba eso, eso y mucho más, se había acostumbrado a una vida llena de desfortuneos, sus ojos amenazaban con cerrarse por su debilidad. No sintió el momento en que cayó sobre los brazos de la persona en que confió plenamente. Karlheinz la tenía en sus brazos, con una sonrisa, la cargo y giro, sintiendo los seis pares de ojos sobre el.

Odio puro, sólo eso sentían sus hijos por el.

―¿Qué le hiciste?―pregunto el menor de los trillizos― ¡¿Qué le hiciste, bastardo?!―amenazó con tirarse sobre el, pero Reiji fue más veloz para inmovilizarlo, tomandolo de la muñeca.

Su padre rió, negando.

―¿Te preocupas por ella?

―Sólo cuido a mis mascotas.―escupió.

―De acuerdo, pero ella fue una mascota desobediente ―dio un paso adelante― no se preocupen, les conseguí una mejor. Saludenla de mi parte.

Ante los ojos pasmados de sus hijos, el Rey vampiro desapareció con la chica en sus brazos, inconsciente y llena de dolor. Pasado sólo un segundo la puerta de la mansión fue abierta, llenos de pena y rencor los hermanos desaparecieron al mismo tiempo para atender a su nueva novia.

Era como un ciclo viciosos del que nadie podía salir, hasta la muerte, ellos seguirían de esa manera enfermiza siendo controlados por su padre, el Rey que mató a sus hermanos y dejo libre al hombre que encerró a su hija. Como si fuera todo planeado, ellos veían en la oscuridad de su hogar a una frágil humana, rubia y con deseos de saber más.

Muy diferente a Erika. La humana estaba llena de vida. Y la vampira sólo de penas que la destruian.

 Y la vampira sólo de penas que la destruian

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血液 ketsueki  ➵ diabolik lovers ;; au ✔ SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora