1O: necesitada.

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Nuevamente, la limusina estaba en completo silencio, unas leves respiraciones era lo que se oía en el reducido espacio

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Nuevamente, la limusina estaba en completo silencio, unas leves respiraciones era lo que se oía en el reducido espacio. Las clases habían terminado exitosamente, pero para su sorpresa, Eri había descubierto las nuevas fasetas de algunos de ellos, estaban desinteresados por todos, como si su propia vida fuera una tortura, la inmortalidad que tenían parecía ser sólo... sólo algo que ellos ignoraban al vivir como unos adolescentes.

Al rededor de unos cien años ellos crecían con mayor lentitud que cualquier otro niños humano. Era algo con lo que vivían.

Cuando llegaron a la mansión, Eri los perdió de vista, supuso que cada uno tenía mejores cosas que hacer, se sintió perdida, ¿Algo andaba mal? Claramente, su plan no marchaba bien, no estaba causando el interés en ellos que esperaba en un principio, aunque lo intentará dando su cuerpo... no era lo mismo, ella no era una humana como los Sakamaki esperaban.

Era una vampiro como ellos, tenían los mimos pensamientos, y aunque no era una sangre pura, su fuerza era casi similar. Se sentó en su cama, aún con el uniforme puesto, si Karlheinz notaba lo inútil que era posiblemente ella... estaba acabada. Todo se iría, necesitaba poder estar con ellos.

Dejo caer su peso hacia atrás, chocando su espalda con el colchón, cerró sus ojos, necesitaba descansar. Pensó en lo que su madre le diría en una situación de ese estilo, pero nada vino a su mente. Hana era una persona llena de luz, en un primer lugar, jamás imaginaria que su única hija estaría pasando por algo así. Suspiro, cubríendo con las manos su rostro cansado.

¿Su sangre no era especial? Ellos tenían que desearla. «Haz que estén locos por ti, Eri.» Parecía algo imposible a ese punto, la trataban mal, apenas probaban de su sangre.

―¿Qué es lo que te agobia tanto ahora?―una presencia en su cuarto hizo que quitará las manos de su rostro para verlo. Reiji estaba cruzado de brazos― Eres inútil en todo y aún así pareces tener preocupaciones. No te conozco de hace mucho pero eres...

―Lo se.―se enderezo, observandolo con una expresión fría que el pelinegro jamás había visto en ella, pero todo pareció ser producto de su mente, porque al instante una cálida sonrisa se formó en el rostro de la rubia― Lamento molestar tanto, debe ser abrumador para ti, después de todo eres quien... bueno, a pesar de no ser el mayor actua como uno.―lentamente la expresión taimada de Reiji iba cambiando, la dulce faceta de la menor era algo con lo que nadie podía lidiar― Si necesitas ayuda, y-yo puedo darte una mano.

―¿En qué? ¿Al menos sabes cocinar?

―No. Pero...―aflojo su corbata, dejándola a un costado en la cama; desvió su mirada con un rubor en las mejillas mientras quitaba botón por botón de su camisa de la escuela― nosotros no necesitamos de esas cosas.

―Eres una...―suspiro, desviando la mirada sin poder creerlo― ¿tan necesitas estas por complacer a tus amos?―se acercó a ella, observandola desde arriba con superioridad.

―Estoy aquí justamente para eso, Reiji-sama.―sonrió.

―Mujer descarada.―murmuró antes de inclinarse, llevando consigo el cuero de Eri hacia atrás, choco con el colchón y se recargo sobre ella hasta poder llegar a su cuello― lamentablemente, a comparación de ti, yo si tengo cosas más importantes que hacer.―susurro, jugando con el borde de la falda estudiantil.

―Sólo muerde.―pidió, el chico sonrió, disfrutando de la situación― Por favor, Reiji.

―Maldita descarada.―dijo antes de clavar sus colmillos en su cuello.

Si su vida y su venganza dependía de ellos, ¿qué más podía hacer? Colgaba de un hilo que Karlheinz movia a su antojo.

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血液 ketsueki  ➵ diabolik lovers ;; au ✔ SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora