21: tiempo.

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El tiempo era indefinido, había perdido la cuenta de los días que había pasado allí, en ese terrorífico castillo, se preguntaba así misma si los hermanos pensaban en ella al menos alguna vez en la noche, si se preguntaban donde o como estaría

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El tiempo era indefinido, había perdido la cuenta de los días que había pasado allí, en ese terrorífico castillo, se preguntaba así misma si los hermanos pensaban en ella al menos alguna vez en la noche, si se preguntaban donde o como estaría. Pero si tenía que ser sincera consigo misma, sabía que ya la habían reemplazado, habían encontrado a... esa chica. La cual Karlheinz le había hablado hace mucho tiempo atrás, el la buscaba para hacer que alguno de sus hijos de case con ella, y sorpresa, lo iba a conseguir.

Eva era la mujer con sangre de oro, perfecta para el clan. Debido a ello, Eri no podía permitirse odiarla por ser mejor, despues de todo, ella sería su reina algún día, odiarla sólo la llenaría de algo absurdo, inútil es intentar evitar sentirlo. Tomó de su te, de alguna forma ese hábito había llegado luego de pasar un tiempo cerca de Reiji. Usaba su vestido elegante mientas el jardín estaba en silencio, sola en esa pequeña mesa individual con Usui a su lado lista para recibir cualquier orden.

Eri esperaba con paciencia cada noche y día que pasaban, esperaba respuesta, esas que le dirían donde estaba su padre, la causa de sus males. Quería poder hacerlo sufrir, pero sabía, que a pesar de todo, el jamás pagaría por lo que ella sufrió, después de todo sus traumas eran de por vida, y la muerte de ese bastardo sólo sería algo sin importancia. Es más, le haría un favor para acabar con su miseria.

Dejó la taza sobre el plato de porcelana, levanto la vista al cielo y sonrió; una linda noche, con estrellas y la luna sobre ellas, ¿había algo mejor? lo dudaba.

Repentinamente una fragancia extraña llegó a sus fosas nasales, desvió la mirada, el estaba parado frente a ella, le sonreía con sorna.

―Querida...

―¿En qué lo puedo ayudar, mi señor?

―Me preguntaba que hacías con tanto tiempo libre.―la analizó con sus fríos ojos ámbar― No pensé que lo llevarían tan bien, Erika.

Su nombre en sus labios era repulsivo.

―¿Por qué no? esto no es tan malo.

―Supongo que sabes sobre la llegada de la humana a la mansión.

―Fui notificada.―asintió. El parecía querer hacerla enojar.

―¿Si? Supongo que entonces también sabes que ella es Eva.

―Claramente.―volvió a beber de su ahumeante té.

Karlheinz rió, desconcertandola.

―Estoy seguro de que no llevas la cuenta de los días que has pasado aquí, Erika.

―Los días son remotos para mi, el tiempo ya no es algo se lo que me preocupé.

―Cien días.―dijo― Cien días con veintidós horas exactas, ese es el tiempo que llevas aquí sin verlos.

Como un puñal en una herida ya abierta anteriormente, no quiso seguir viéndolo, desvió sus ojos a las rosas del jardín que eran mil veces mejor que el.

―Pensaba hacer un nuevo trato, ¿qué te parece?

―¿De que consiste?

―En tu provando a Eva y su lealtad, y yo dejándote ver a tu padre.

Después de todo, al decidir, ¿en quien debes pensar? ¿en los afectados o en ti? buenos, Erika pensó en sí misma, y no es lo que causaría eso para los demos. Probar la lealtad de Eva sería divertido.

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血液 ketsueki  ➵ diabolik lovers ;; au ✔ SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora