Veinte

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VEINTE

En Rusia hacía frío. Era algo normal, a lo que los habitantes de Leningrado se habían acostumbrado, llegando al punto de que, hasta el momento, Katrina jamás lo había notado. Pero cuando pisó el suelo helado, sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

 La habían despreciado. A ella, Katrina Smirnoiva. La mujer temible, que algunos habían comparado con Catalina la Grande. Había sido repudiada como un animal. Luego, ese cúmulo de emociones indescriptibles que traía consigo, se transformaron en una sola: rabia.

 La mujer apretó los puños, y se dirigió calle arriba hacia ningún lado en particular.

 Torció por una callejuela estrecha en la que jamás había entrado. El suelo de adoquines estaba blanco, y el hielo se trizaba al ser pisado por las botas de la mujer. Caminaba con soltura, intentando fingir que no pasaba nada.

Un niño harapiento se le acercó. Era rubio, tenía una gorra que le llegaba hasta poco más arriba de los ojos y le cubría las orejas, pero Katrina descubrió con estupor que iba descalzo, con los pies enrojecidos.

-          Por favor… - suplicó el pequeño. - ¿tiene un cópec?

Katrina titubeó. Debía tener entre seis y siete años, y probablemente, según lo que había oído, debía ser un ratero.

-          ¿Y… tus padres? – atinó a decir. Pero el niño, sin articular palabra, negó con la cabeza; con los labios bien apretados. Katrina, que no aceptaba jamás un no por respuesta, siguió averiguando. - ¿Con quién vives? – inquirió.

El niño volvió a negar con la cabeza.

-          Tienes que vivir con alguien. – insistió.

-          Vivo aquí. – susurró el crío. Katrina miró a ambos lados, las casas mugrientas, que seguramente compartían entre varias familias. Pero el niño negó con la cabeza, otra vez.

-          No aquí. En la ciudad.

-          Me imagino que vives en la ciudad. – objetó la mujer. – Dime, niño, ¿dónde está tu casa?

El chico se encogió de hombros. Y luego, Katrina comprendió que ella estaba en la misma situación. Sin hogar, sin familia.

-          Ven conmigo. – dijo de pronto. – Buscaremos alguna parte. 

La Sangre de RusiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora