Capítulo 22

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Amadeo

— Está en una iglesia, que queda aproximadamente a una hora.

— Una hora es demasiado tiempo. A lo que la luna esté en su máxima altitud la sacrificaran ¿No hay alguna manera más rápida?

Renato se aclara la garganta — Use todo el polvo acelerador que me quedaba para venir hasta acá.

Astaroth resopla — Entren al auto, yo los llevaré volando.

Raziel palidece — ¿Volando?

Mi intento de suegro le da una mirada cansada — Sí, niño ¿No escuchaste o la cera en tus oídos no te deja? Voy a cargar el auto.

¡Joder! Me dan miedo las alturas.

— P-pero — Balbucea mi hermano.

— Un pero el culo mío, móntate ahora Raziel — Ordenó bruscamente.

Renato, Raziel y yo nos subimos a la camioneta. Apenas nos da tiempo de sentarnos correctamente cuando el auto es elevado del suelo para empezar a volar en el aire.

Parecemos un avión con turbulencia. Miro por la ventana y sobrevolamos el bosque. Siento muchos nervios en este momento

¿En qué momento Atalía se volvió tanto para mí? Recuerdo cuando apenas llegó, de verdad no la soportaba y no quería estar cerca de ella. Pero con todas sus ocurrencias no me la ponía fácil.

La primera vez que Raziel insinuó algo una sensación agria abarcó mi pecho. Cuando empezó a llamarla angelito me sentía incómodo. Se empezó a llevar extrañamente bien con Raziel, Riza, Renjy e incluso se ganó a Galileo.

Cuando me atreví a besarla en el bosque fue un momento mágico para mí. El sabor de sus labios es algo a lo que bien podría volverme adicto. Recuerdo cuando planee la cita y tuve que pedirle amistosamente ayuda a Raziel para que cocinara, todo iba muy bien hasta que los recuerdos inundaron su mente y los seguidores nos encontraron.

¿Cómo dieron con nuestra ubicación? Aquella pregunta no sale de mi cabeza.

Aún después de la fatídica cita logré que Atalía me permitiera ser su novio. Estos cuatro meses tranquilos fueron maravillosos.

Los recuerdos de anoche me embargan y la mirada dulce de Atalía me da esperanza.

Voy a salvar a mi novia.

Así sea lo último que haga.

***

Sobrevolamos una iglesia que a simple vista parece abandonada, pero puedo sentir la energía oscura que emana. Según mis sentidos hay vampiros, hombres lobo y humanos.

No veo ningún tipo de alboroto y eso destruye mis esperanzas. Pensé que Atalía lograría romper las cadenas así como lo hizo el día de la cita. Mierda, supongo que las fabricadas en el cielo la contienen de mejor manera. Así como su collar hecho por Miguel arcángel.

Astaroth empieza a descender, sin mucho cuidado la verdad. El auto aterriza de una manera tan brusca que doy un pequeño respingo y mi cabeza golpea el techo.

Tengo un sentimiento amargo en el pecho que no entiendo muy bien de dónde viene. Es una especie de rabia y profunda decepción ¿Por qué siento esto? Es de una manera superficial pero intensa de igual forma.

Me bajo rápidamente del automóvil, Renato y Raziel hacen lo mismo.

— A la santísima mierda puta de los malditos Cositos — Espeta Astaroth.

Heredera Del Infierno #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora