Capítulo 1

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Atalía

Odio esto.

Debería ser más específica, ya que hay muchas cosas que odio.

Odio el maldito internado con todas mis fuerzas.

Creo que este lugar es lo más cercano al infierno. Con todos los demonios vestidos de ángeles que caminan por aquí no me sorprendería.

Me rio de mi pensamiento captando la atención de varias personas a mi alrededor.

Ojalá pudiera matarlos a todos. La verdad es que no hay algo que me lo impida.

Ah, cierto. Quiero salir de aquí. Así que tengo que ser la niña buena que no hace nada ni está diagnosticada con psicopatía. Eso es lo más mediocre de este lugar, le llaman psicopatía al trastorno de la personalidad antisocial.

En realidad no tengo nada de esa mierda.

¿O sí?

Estoy en la cafetería haciendo fila para que me entreguen la mugrienta comida que sirven aquí. Hay un idiota frente a mí, mientras espero pacientemente a que la fila avance llega un chico y se mete en la fila, justo enfrente de mí, apuesto a que es amigo del otro idiota.

Palmeó su espalda —Ey —lo llamo.

El que ya estaba en la fila voltea y al no ver algo baja la cabeza y me observa. Desventajas de ser pequeña — ¿Se te perdió algo, niña?

—No, pero tu amigo se metió en la fila, se supone que hay que respetarla, todos aquí esperamos nuestros turnos..

— No busques problemas minion, no sabes cómo quien te metes.

Él no sabe con quién se mete.

—Tus amenazas no sirven de mucho aborto de rata, que tu amigo se salga de la fila y se vaya al final.

—Julián — El que se metió llama por su nombre al idiota que ya estaba en la fila —. Parece que la niña exploradora quiere retarnos ¿Nos divertimos un poco?

—Yo creo que sí —me da una mirada — ¿Quién carajos usa lentes de sol en un edificio? Bicho raro.

— Si ustedes dos están aquí es porque yo no soy el único bicho raro, saquen sus culos de la puta fila.

Ambos sueltan una risa burlona — La niña puede decir groserías. Que mona es.

Me quitó los lentes de sol dejando ver mis peculiares ojos — No soy una puta niña, maricas de mierda. Salgan de la puta fila si no quieren terminar con la cabeza en el culo.

Ambos palidecen viendo mis ojos y rápidamente se alejan.

Cuando por fin llega mi turno una enfermera llamada Lorence me toma por el brazo — Atalía, sabes que no puedes quitarte los lentes. Póntelos.

Si quiero salir pronto debo obedecer así que eso hago, una vez me los coloco la misma enfermera se sienta conmigo a comer.

—Si te portas bien, saldrás en dos días.

—Créeme seré todo un angelito —ruedo los ojos.

***

Me he comportado como un angelito, cosa que me desagrada mucho, pero que se le puede hacer. Es supervivencia.

Mi compañera de habitación me observa con extrañeza al notar que recojo mis cosas.

— ¿Te vas, bicho raro? —me pregunta.

Heredera Del Infierno #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora