DEXEN -(Un Amor Tóxico) [+18] © COMPLETA✅

Epílogo

Me acerco a la cama, tomo asiento en el borde de ésta. Tomo el borde del edredón y tiro un poco de ella. Dejando al descubierto sus hombros, y deposito un beso casto en su mejilla calentita.

—Cariño... —froto mi nariz ligeramente en su mejilla—. Es hora de levantarse.

—Mmmm... —musita y se mueve ligeramente, en un claro gesto de molestia.

—Cariño... —insisto.

—No —dice somnoliento, sin abrir los ojos—. No quiero.

—Den...

—No... —vuelve a quejarse.

—¿Te acuerdas de lo que te dije ayer? —mis dedos rozan su mejilla.

—Mamá... —se queja nuevamente.

—Ya casi son las nueve, Deniel.

Una de las cosas que Deniel odia es despertarlo. Y una de los cosas que ama: es despertar tarde.

—Quiero seguir durmiendo.

Finalmente queda boca arriba y abre ligeramente los ojos.

—Es hora de darse una ducha matutina y desayunar.

—¡No! —medio grita, mientras toma el edredón y de un rápido movimiento se cubre el rostro.

—¡Deniel! —trato de quitarle el edredón, pero él con fuerza se aferra a ello—. Está bien —le digo y finjo rendirme—. Quédate. Yo iré sola.

—¡No! —se destapa la cara.

—Entonces es hora de ducharse.

Hace un mohín. Pero finalmente se sienta y se frota los ojos.

—Te amo, cariño —le doy beso por encima de la cabeza.

—Yo también, mamá —dice y sus brazitos me rodean el cuello.

Deniel mi pequeño de siete años.

Sí, siete años han pasado ya desde ese día.

Desde la muerte de Dexen.

**

—Este clima es muy raro —dice Deniel.

—Sí, lo es —estoy de acuerdo con lo que dice mi bebé.

Hay veces en las que lo llamo de esa forma, pero le molesta y me dice que ya no es un bebé.

Su mano tira un poco de mí. Pero al percatarse del lugar detiene su andar.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunta.

De pronto, me siento nostálgica.

—Ve-venimos a visitar a alguien —de pronto, tengo la voz ronca, por muchas emociones—. Ven —seguimos nuestro camino.

Un par de minutos después, me detengo en frente de la lápida.

—Dexen —Lee Deniel. Una lágrima silenciosa se me escapa—. Es papá —sollozo—. Mamá... ¿Estás llorando? —lo observo.

Me agacho para quedar a su altura.

—Lo siento cariño, no pude evitarlo.

Deniel me abraza rodeándome el cuello.

Después de unos minutos, ya un poco más tranquila.