DIECIOCHO: EL TIEMPO

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Rin se encontraba sentada entre las flores de uno de los jardines del palacio. A su alrededor, de la forma mas discreta, se encontraban mas soldados de los que recordaba merodeando en el castillo antes. Todos la conocían, sabía ahora que le tenían aprecio, y habían jurado protegerla.

Sus kimonos no le cerraban del todo bien, incluso los que habían traído hace tan solo unas cuantas semanas, que le ajustaban de mas en la cintura y los pechos.

Ya tenía 6 meses, después de todo.

Sus pechos se habían hinchado, sintiéndolos llenos y turgentes. Su vientre era prominente. Tenía 2 vidas en ella, que ahora podía sentir y distinguir perfectamente. No le preocupaba la poca actividad que sentía en ellas, ya que podía escuchar perfectamente el retumbar de sus fuertes y pequeños corazones, junto con la vibración que expandía por su cuerpo la energía de ambas.

Se dejó caer en el césped, de frente al sol y disfrutando de la calidez. Podía escuchar a los niños cerca de ella corriendo y jugando, como ella solía hacer hasta hace poco. No es que le cueste moverse, su cuerpo se adaptó de la forma mas impresionante al peso y energía de las niñas. Es que le daba pavor hacerles daño.

La razón por la que podía notar tantos soldados a su alrededor era que su esposo no se encontraba en el palacio, y todos ahí le tenían el suficiente miedo para saber que si algo le pasaba a ella o a las cachorras todos correrían peligro. Aun podía escuchar como algunos hablaban por lo bajo, diciendo que no podían creer como él había formado una familia. Y una tan disfuncional como eran ellos juntos.

Sesshomaru había partido en un viaje que sabía sería largo, completamente solo y sin mediar palabra con nadie más que con ella, a quien solo le regaló una de sus miradas intensas, tranquilizadoras, en donde pudo comprender que él demonio iba en búsqueda de la raíz de los problemas que habían tenido hace 3 meses, cuando fue atacada. Y eso fue hace poco más de una semana.

-Aquí estas, señorita -Abrió los ojos, sonriente, esperando el cálido rostro de Tamani. En e tiempo que estaba viviendo activamente en el palacio había logrado a hacerse de varios amigos, y Tamani era la mas cercana a ella, junto con Yuki.

-No me puedo mover demasiado ahora, así que no debe haber sido problema el encontrarme -Volvió a cerrar los ojos, disfrutando de la brisa, y la presencia de su anciana amiga.

-¿Te han dado problemas tus cachorras?

Instintivamente acaricio su redondeado vientre. El anillo plateado que llevaba en la mano izquierda vibró al tocarlo, como ya se había acostumbrado a que hiciera.

-Más problemas me doy yo misma en un buen día -Rio, levantándose del suelo y mirando a la anciana mujer, alta y delgada.

-Tu energía fluye mucho más caótica desde la visita de la Reina Madre. -Su ojo critico busco en los de ella, y solo pudo sonreír. -Pero al parecer ninguna de las dos sabemos exactamente que fue lo que hizo ella contigo.

-Me regaló una bonita espada que me da miedo tocar. -Recordó la espada, pesada y tradicional, con una luna pequeña en su mango plata y rojo. -Y que Mi Señor no me dejará empuñar hasta que las bebes tengan 90.

-Y es poco tiempo, hija. -La demonio le tomó la mano, apretándola. -Vamos a buscarte algo de comer con Yuki.

Para ella era difícil no recordar la espada, ni el torrente nuevo y furioso que sintió correr por su cuerpo cuando la demonio le tocó el pecho.


<<Rin estaba volviendo de entrenar con uno de los soldados del palacio, quien amablemente se ofreció a ayudarla sin saber que su esposo los estaba mirando de cerca. El siempre estaba ahí. Y pudo escuchar cada uno de sus suspiros terminados en risa baja, llenos de sorna cuando ella lo derribaba.

Someone to protect - Sesshomaru y Rin  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora