Rin movió las manos sobre el envoltorio de sándwich mientras caminaba entre los pasillos iluminados de la clínica. Los ventanales que daban a los jardines externos mostraban la negrura de la noche, siendo imposible para un humano poder distinguir nada mas allá, pero no para sus ojos.
A sus oídos llegaba fácilmente el murmullo de lo atareado que podía ser el recinto, mientras sentía claramente cada nueva vida que llegaba al mundo en esa ala del edificio, la que era completamente suya.
En su delantal blanco colgaba aun su medallita de luna, al lado izquierdo como siempre llevaba, y las palabras que la identificaban como obstetra y directora de la clínica se veían acentuadas por el precioso broche de plata.
Mientras saludaba con una sonrisa brillante a el equipo que la acompañaba en el turno nocturno de esa vez, Rin sintió el familiar pinchazo en el pecho que la venía acechando desde hace un tiempo ya, haciendo que bajara el ritmo en que caminaba hacia su oficina, esperando a que llegara su próxima pareja por ayudar.
Cuando el dolor no desapareció de inmediato, como estaba acostumbrada, se paró en seco frente a una maquina dispensadora.
Después de unos respiros pesados, el dolor pareció aminorar, desapareciendo.
-¿Qué es ese dolor, esposa? -Rin se sobresaltó al sentir los labios en su oído, susurrándole las palabras en un tono oscuro y ronco.
No lo percibió venir, distraída por el dolor punzante que había sentido.
-¿Me quiere matar del susto, Amo? -Los fuertes brazos de su esposo se cruzaron por su cintura, atrayéndola a su pecho mientras reía bajo, con ironía.
-Siempre insolente, Rin. -Luego de acariciarle los costados con cuidado, el demonio la dio vuelta contra su pecho, chocando con los amados y familiares orbes ambarinos, dorados fríos de él. -Contéstame.
Las facciones de su rostro seguían prácticamente iguales al día en que se habían casado, cerca de 700 años atrás. Lo único que se veía diferente a simple vista, era el hecho de que sus marcas demoniacas eran escondidas por su propia voluntad, dejando tan solo el delineado de sus preciosos ojos dorados, que la miraban egocéntrica y cariñosamente.
Rin subió los brazos hasta que sus dedos se enredaron en las hebras plateadas brillantes y suaves del cabello de él, que ahora llevaba corto pero desprolijo. Despeinado y hermoso.
Cuando iba a besar sus labios, necesitando sentir la cercanía de su demonio y probar su boca luego de un día largo sin tenerlo a su lado, él se retiró.
Un brillo de superioridad iluminó por completo los ojos de su esposo.
-Mi respuesta, Rin. -Los dedos, desprovisto de sus garras, le acariciaron con delicadeza el costado de la boca, mientras el pasaba la lengua por sus propios labios.
Como única respuesta, ella tomó la mano que el mantenía en su rostro, haciendo que la apretara en el centro de su pecho y la sintiera por completo. Con los ojos desafiando a los suyos, se puso de puntillas, estirando su porte lo mas que puro, hasta atrapar la boca de su demonio.
Cuando ella por fin tuvo entre sus labios el inferior de él, Sesshomaru gimió en su boca, buscando con su lengua que Rin le abriera paso para poder saborearla. Y ella no era capaz de negárselo.
Su corazón, torpe como era, se aceleró de más mientras el demonio la apretaba contra su duro cuerpo enfundado en un traje sastre gris oscuro, comiendo de su boca con hambre golosa y juguetona.
Si las personas, doctores e internistas habían visto la escena realmente no reaccionaron a ella, acostumbrados a ver a la directora de la clínica en brazos del dueño de la misma, su esposo.
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Someone to protect - Sesshomaru y Rin [+18]
FanfictionRin se ha preparado. Su desición de que vida vivir siempre estuvo tomada, por lo que busco la forma de caminar junto al demonio que adora. Entonces... ¿Por qué el aún no le pide volver bajo su protección? Un giro en la historia previa al cuento de h...