RELATO 3: CACHORRO

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Saori, de 4 años, corría alrededor de ella haciendo círculos mientras un nervioso Señor Jaken intentaba agarrarla con desesperación.

-Ya para chamaquita -Jaken jadeaba mientras Saori se escondía tras sus piernas, riendo.

Al parecer su demonio le había pedido al pequeñito ser verde que buscara a su hija menor, mientras el se mantenía en una reunión con los jefes de las aldeas aledañas al palacio.

-Abuelo, no quiero. -La vocecita melodiosa de Saori le llenó los oídos, mientras ella seguía abrazada de su pierna.

Rio cuando Jaken la miro con desesperación, como pidiendo su ayuda.

Rin tomó a su pequeña en brazos, quien de inmediato la miró con la adoración común en sus preciosos y fríos ojos dorados, completamente expresivos.

-Saori -Ella pronunció el nombre de su hija con un tono de reproche, y la niña comprendió inmediatamente que ella la estaba regañando. -No hagas que el Abuelo Jaken se esfuerce de más, esta viejito.

-¡¿Cómo que viejo, Niñita insolente?! El gran Jaken cuenta con gran vitalidad. -Justo luego de sus palabras, el demonio verde se sentó en el suelo, aferrándose a su báculo y mirándolas con enfado.

Al negar con la cabeza, el moñito que llevaba la pequeña niña se agitó en el viento, haciendo aun mas notorios los mechones inmaculadamente plateados que tenía por debajo del cabello castaño oscuro. Con las manos cuidadosas alisó el pequeño kimono de su hija, aun manteniéndola aferrada en sus brazos, y arreglando una pequeña arruga justo en los estampados de lunas bordadas de la tela violeta suave.

-Chamaquita, el amo quiere dar una ronda de vigilancia con sus hijos pequeños. No puedes ir descalza.

-Ve con el abuelo, cariño. -La niña en sus brazos la miró con decisión, e inmediatamente salto de su regazo y obedeció su orden tranquila, yendo hasta donde estaba el señor Jaken.

Mientras Saori se acomodaba con los zapatos en sus pequeños pies, a lo lejos vio a Hinata acercarse tranquilamente mientras hablaba de forma serena con su hermana, Setsuna, quien le respondía escueta pero cariñosamente a cada cosa que el le decía. Setsuna, al hacer contacto visual con ella, le sonrió suavemente.

Setsuna había vuelto hace tan solo una semana de otro largo periodo de entrenamiento con Kirinmaru, y como era de esperarse, su segunda hija mayor era tan comunicativa como lo era su propio padre, por lo que nunca llegó a saber mas que frases cortas de como estaba yendo todo con el Rey del Este.

Y no era como si le agradara la idea tampoco, si íbamos a ser sinceros.

Pero ella parecía feliz, aun sin entender Rin que clase de relación estaban formando ellos.

-Madre -Hinata llegó a su lado sonriendo. El niño, tan solo con 5 años, era una versión miniatura y morena de su padre.

Llevaba la misma vestimenta que su esposo, pero con tonos crema y azules. Sus ojitos, delineados en un precioso tono entre violeta y escarlata, brillaron al notar que algo estaba pasando a su alrededor, volviéndose aún más cálidos en su dorado oscuro.

-Hola, mi amor. ¿Te entretuviste con tu hermana? -Acarició el lacio y suave cabello del niño, al mismo tiempo que la seria Setsuna se acercaba a su lado y le besaba la mejilla.

Sintió como todo su cuerpo se estremecía con la calidez del gesto de su hija, quien normalmente era cerrada y seca en sus acciones. Pero jamás fue así con ella.

La fría Setsuna siempre fue más cercana a ella, desde el preciso instante en que se volvieron a encontrar, y hasta ahora, que mostraba abiertamente cuanto quería a su madre, a sus hermanos, e incluso ahora también a su padre.

Someone to protect - Sesshomaru y Rin  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora