VEINTICINCO: ARDER POR ALGUIEN

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Rin corría. La situación le dio una sensación fuerte de haberlo vivido antes, de recordarse corriendo colina abajo, esforzando sus piernas al máximo para que se movieran.

Sus extremidades estaban adormiladas, lo que era obvio pensando que había estado catorce años suspendida sin movimiento alguno. Se tambaleaba mientras bajaba la colina entre barro y lluvia empapándola por completo, lavando las gruesas lagrimas que corrían por su rostro mientras su corazón no dejaba de acelerarse.

Le dolía. El dolor no dejaba que fuera consciente de sus demás sentidos, bloqueándolos por completo mientras la desesperación pura se apoderaba de ella. Dolor. Perdida.

Tropezó con una rama cayendo de rodillas, sintiendo su vientre plano y recordando la agradable sensación de tener a sus bebés sanas, protegidas dentro de su cuerpo. Se levantó volviendo a correr, ojos nublados buscando el lugar donde habían caído sus niñas. Donde el cuerpo de su Setsuna debía estar.

Pensó sentir su nombre en los labios de alguien, pero el latido de su corazón en los oídos no la dejaban distinguir. Su kimono estaba totalmente pegado a su cuerpo con la lluvia, su cabello empapado y su alma rota. Corría con los ojos cerrados, sin ver realmente.

Su cuerpo chocó con una pared dura pero cálida. Al mismo momento en que los fuertes brazos la aferraron ella se dejó ir, cayendo contra el pecho que la sostenía, dejando ir sus lágrimas sin control alguno.

-Rin -Sesshomaru apretó sus brazos en ella, aferrándose a su cuerpo. Sintió como el cuerpo del demonio la reconoció, y de inmediato los nervios tensos de él se relajaron al tenerla en los brazos.

El aroma del demonio tranquilizó levemente su corazón desbocado, pero no podía dejar de lado el dolor.

Lo apartó, empujándolo con todas las fuerzas de su cuerpo recién despierto, mirando con pánico en las profundidades doradas.

-¡Le dije que ellas primero! Le dije que no las dejara morir! -Sesshomaru la miró con el alma rota, podía notar su dolor. ¿Por qué no le hizo caso?

-Yo no recuerdo haber prometido tal -Las manos del demonio se hicieron puños a sus costados, y ella dejó que las fuerzas le flaquearan, cayendo de rodillas en el suelo.

-Yo le pedí que las eligiera a ellas antes que mi vida. -Las lagrimas en sus ojos se mezclaban con las gotas de lluvia. Se mantuvo mirando sus manos, como había adoptado hace mucho tiempo, cuando sentía dolor -Debió matarla, sin importar que mi vida se fuera con ella. Debió protegerlas.

-Rin, mírame -Sintió al demonio acercarse a ella, y de inmediato lo miró con los ojos cargados de ira, dolor y angustia.

-¡Dejaste morir a nuestra hija Sesshomaru! ¿¡Como voy a vivir sabiendo que mi vida podría haberla salvado!?

El rostro de su esposo se surcó de puro dolor mientras ella le reprochaba, mirándola con los ojos cansados, apagados en el magnífico dorado.

-Así debía ser. -El se arrodillo junto a ella, empujando su cuerpo de nuevo a su pecho. Reaccionó golpeándolo con los puños cerrados, mientras de su boca escapaban sonidos sin control provenientes de su llanto -Si no era de esa forma, ellas jamás se liberarían.

-¡Esta muerta! Yo la tuve en mis brazos... por unos minutos, supe como se sentía el cuerpo de mi hija -Sesshomaru la contuvo por completo, pegándola a su pecho con los brazos rígidos como acero.

-¿Es que no nos une la confianza, Rin? -Los labios de él estaban en su oído, hablándole suavemente, calmando su alma de forma lenta. -¿Dejaría este Sesshomaru que una de sus cachorras, nacidas de su Rin, muriera?

Someone to protect - Sesshomaru y Rin  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora