VEINTIOCHO: ESTE SESSHOMARU

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Forzó los ojos para poder ver entre el polvo que ella misma levantó al caer. Noto como la extraña presencia que asechaba el cuerpo de su demonio ya no estaba presente, al mismo tiempo que un alarido lastimero y estremecedor se escuchaba desde donde estaba el Espíritu Dragón. Ella lo hirió, sin darse cuenta realmente.

Sintió a Sesshomaru, con su energía revuelta en un desastre por la desesperación, presente también en el pecho de ella por la conexión que los mantenía estrechamente vinculados desde su sentir.

Las garras de él se aferraron a su cintura, notando como sus ojos estaban enrojecidos en puro descontrol violento y pánico. El la miró con frenesí, mientras la energía emanante de su cuerpo expulsaba de su lado a cualquiera que estuviera cerca, levantando una protección inquebrantable.

-Mi Señor... -No pudo hablar, mientras el miraba fijamente rostro, como contrariado.

Al buscar con la mirada lejos de ellos, vio a su hija mirando la escena con los ojos violeta brillantes, seria, sin comprender que pasaba, pero asustada.

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Lo había vuelto a hacer. Había vuelto a pasar.

¿Es que el destino realmente no quería que el tuviera lo único que quería realmente?

Sus manos temblaron, tomando las caderas de la mujer imprudente y preciosa que tenía por compañera. Su visión se nubló viéndolo todo a través de un pequeño túnel, que palpitaba al mismo ritmo que su corazón desbocado.

Ella tenía los ojos cerrados y una sonrisa traviesa en los labios. Cuando lo sintió los abrió, mirándolo con desconcierto, y haciendo que sus nervios se calmaran, para dar paso a la preocupación. Su hombro sangraba, pero solo un corte superficial, frenado por las hombreras de púas, en el mismo lugar donde el recordaba escalofriantemente bien como en el pasado avanzaba hasta su pecho, haciéndolo mortal.

Esta vez, solo fue un rasguño. El aplastante alivio tomó su cuerpo por completo, llevándolo a dar respiros profundos ahora sintiéndose ligero. Al acercarse más a su rostro, la sonrisa cálida de su esposa le dio la bienvenida.

Rin como humana, robaba miradas de niñatos distraídos como de señores en las aldeas aledañas. El siempre lo supo, y cada vez que pasaba, el impulso de ahuyentar a esos seres se tomaba su cuerpo, dominándolo por completo.

Pero jamás actuó, confiando ciegamente en el juicio de ella, y dándole tiempo para decidir como quería vivir.

Su rostro cincelado en líneas suaves y delicadas nunca pasaba desapercibida, y las mismas facciones que la llevaron a tener un sequito de admiradores no habían cambiado luego de inyectar su veneno y energía en ella.

Hasta que empuñó la espada.

Los preciosos ojos que lo miraban ahora tenían los iris peligrosamente rojo escarlata, bordeados por un intenso violeta. Su parpado lleno de largas pestañas ahora se veía más rasgado, delineado con el mismo violeta del borde de sus ojos.

Sus mejillas y frente surcadas por las mismas marcas de su madre, pero con una intensidad mucho inferior, pareciendo deslavadas y suavizadas.

Ahí estaba la energía que le había dado ella, tomando el control de su cuerpo.

Y de ambas formas, para Sesshomaru no existía ningún ser mas precioso, valioso y puro que ella. Sin importar nada más.

-Mi Señor... -Se dio cuenta que su mano aferraba la espada de Irasue, moviendo su energía y veneno en la sangre hasta hacerle despertar su naturaleza, pidiéndole que el lado salvaje tomara el control.

Pegó el rostro al de ella, chocando la punta de su nariz con la de la muchacha.

El sello en el anillo funcionó para controlarlo, dándole la posibilidad de estar lucida.

Someone to protect - Sesshomaru y Rin  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora