DIECINUEVE: TOWA Y SETSUNA

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Corría.

La sensación de miedo en el pecho le parecía conocida, mientras se esforzaba corriendo colina abajo con los pies descalzos y lágrimas en los ojos.

¿Por qué lloraba?

Las piernas no le respondieron del todo bien, haciendo que se tambaleara mientras daba pasos largos, obligándose a seguir. El blanco kimono, delgado, no hacía mucho por proteger su cuerpo del frío, que seguía despertando de a poco de lo que le pareció había sido una eternidad de sueño.

Tropezó con una rama, cayendo de rodillas al suelo y notando que no tenía su vientre abultado. Muy por el contrario, estaba plano y su cuerpo sentía la perdida de la energía de sus hijas. Por ella solo corría la conocida energía propia, regalo de su esposo y la madre de él.

Necesitaba llegar a un punto desconocido, le causaba angustia el aún no encontrarlo ni conocer que era.

Hasta que escucho su nombre a lo lejos. La llamaban.

-Rin...

__

-Señorita Rin -Rin abrió los ojos de golpe, fijándose que aun estaba en su cama, arropada y sola. Le costo unos momentos comprender que había tenido una pesadilla, mientras sus extremidades volvían a la vida.

¿De dónde venía esa voz?

Por más que buscaba no era capaz de encontrar quien la llamaba. No había nadie mas que ella ahí.

-¡Aquí, Señorita Rin! -Bajó la vista hasta las ropas que la cubrían, encontrando en ella la fuente de la voz.

El anciano Myoga.

-Pero que... -Rin cerró mas su kimono de forma instintiva, posando una mano en su gigante vientre.

-Veo que su transformación fue exitosa, Señorita Rin. Puedo sentir su poder. -El pequeño ser saltaba en frente a sus ojos, y a ella aun le costaba trabajo entender que pasada.

-Anciano Myoga, me alegra verlo también. – La cabeza le dolía, sintiendo como los latidos de su corazón retumbaban en ella. Sentía mal cuerpo por lo que había soñado aún.

-¿Le pasa algo? -El anciano parecía preocupado. -¿Están bien las vidas en su vientre?

-Ellas están perfectamente -Le sonrió, intentando alejar el dolor de ella. -Nos falta una semana para tener siete meses.

Sus niñas habían pasado de ser muy poco activas a completamente un caos en su vientre, todo de un día para otro. Cuando comía ellas se movían, gustosas. Cuando estaban cerca de su padre, pateaban de forma ansiosa, y a Sesshomaru parecía agradarle sentir su actividad.

Aunque habían veces que ellas y sus movimientos no los dejaban disfrutar de sus noches.

-Me costó unos días llegar hasta aquí, hay noticias importantes -El pequeño demonio se sentó, pareciendo serio de repente. -La señorita Kagome quiere que la vayan a visitar, cuando usted esté en condiciones de moverse libremente.

-No estoy enferma, Anciano -Le sonrió, comenzando a moverse lentamente para ponerse en pie.

-Rin, chiquilla ruidosa ¿Ahora conversas sola? -Jaken entró sin avisar en su habitación, fijándose de inmediato que estaba junto al diminuto Youkai.

-Señor Jaken -Le sonrió, estirando la mano para que el se acercara a ella. Jaken la cuidaba como ningún otro cuando Sesshomaru no estaba, siempre quejándose de lo tonta que era ella, pero escondiendo el cariño que ella sentía desde su parte.

Someone to protect - Sesshomaru y Rin  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora