Capítulo 18

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Está afirmando que vino al Sky Bar. OMG!

Mis hormonas saltan dentro de mí. Por fuera, trato de mantener la calma.

—¡Aquí estuve a las diez en punto y no estabas! ¡Lo juro! Vine con Daniela a buscarlos para bajar al show de magia y solo estaba Alice. Si quieres les preguntamos ―respondo alterada.

¿Cómo puede pensar que lo embarqué?

—Tranquila, guapa, te creo, está bien... —hace una pausa —¿Quieres pasear un rato? ―coloca su mano en mi espalda.

Siento una corriente eléctrica pasar por mi espalda y recorrer todo mi cuerpo.

Subimos a la parte destechada. Estoy inquieta. Se da cuenta y frena.

—Déjame decirle a los demás que vengan.

Sin darme tiempo de opinar, da media vuelta e invita los demás a venir con nosotros. Subimos a la terraza que se encuentra en la parte superior del Sky Bar, un rincón medio privado con tres filas cortas de butacas. Nos sentamos en parejas.

Rodrigo y yo en la última fila. Daniela y Andrés en la del medio y mi hermano y Ricardo se mantienen de pie apoyados del barandal de hasta adelante.

La verdad, quiero estar sola con Ro.

Piensa en algo, Luli, tú puedes.

—¿El barco se está moviendo? ―pregunto conociendo la respuesta.

—Ay, pequeña Luli, claramente se está moviendo ―se burla.

—Pe... claro que no. Mira las luces de Puerto Rico. No se mueven. Si nos estuviéramos moviendo, ellas también. Están fijas ―me levanto para "asomarme" a ver las luces.

Se levanta de su asiento. Misión cumplida.

—¿Qué te parece si bajamos y nos asomamos a ver el mar para que te des cuenta de que sí se mueve? —apoya sus brazos para levantarse.

—¡El mar siempre está en movimiento! Así obviamente tendrás razón.

—Mmm... pues el viento. ¿Qué dices de eso? ¿Qué quieres apostar? —pone una mirada pícara.

¿Apostar? Este niño está hablando palabras mayores.

—El viento es lo mismo que el mar...No voy a apostar contigo —niego con los brazos cruzados.

—¿Ni un helado?

Ahora su mirada es de cachorro bonito y triste. Descruza mis brazos y sujeta mi mano. Me lleva con él escaleras abajo. Nos acercamos al borde del barandal.

—¿Ves? Nos movemos. Mira cómo nos alejamos de la isla —se coloca de frente a mí —. Me debes un helado, guapa —pica el ojo y vuelve a asomarse del barandal.

Me encanta lo retador que es. Hubiera apostado un beso... en la mejilla, obviamente. No seas malpensado.

Vemos cómo el barco se mueve desde el barandal. Kike nos observa desde la parte superior del bar. Rodrigo se da cuenta y voltea.

—No sabía que tenías guaruras ―ríe al decir eso.

—¿Gua... qué? ―no entendí ni medio.

—Guaruras, guardaespaldas. Tu hermano te cuida demasiado. ¿Por qué lo hace?

—Ah... no sé en verdad. Me imagino que es su instinto protector de hermano ―no sé qué responder a eso. Kike jamás ha sido celoso, el claro ejemplo es...

¡MIERDA! ¡Eduardo! Por eso me está viendo así.

Mis ojos se expanden al caer en cuenta. Se me ha olvidado por completo su existencia. Mañana debería escribirle, aunque Ro me tiene babeada, no puedo dejar de pensar en él y se me hace injusto para Edu darle esperanzas cuando me gusta mucho otro... pero tampoco me puedo adelantar a los hechos. Digo, Ro vive en México y yo en Venezuela y bueno... no quiero pensar en eso ahorita.

Un Crucero, tú y yo... ¡Piénsalo! [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora