Capítulo 11: Es ruso

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Andrés se coloca cerca del chamo guapo y espera un rato para oír. Su expresión no me da un buen feeling.

Vuelve a su asiento.

―Creo que es ruso, lo siento ―acentúa.

―Estás mintiendo, ¿verdad? ―me estreso bastante.

Tiene que ser sarcasmo. Es decir, ¿ruso? ¿Cómo sabe que es ruso? No, no... Debe hablar algún idioma fácil. No tiene cara de ruso.

―Mmm... sí parecen rusos. Déjame acercarme ―Daniela se acerca y afirma con la cabeza ―Lo siento, amiga. No es español.

―¿Cómo es posible? Por lo menos hablará inglés.

No es justo. Es imposible. ¿No podía ser un idioma un poco más difícil? Digo, ¿ruso? ¿Es en serio?

Tengo que idear un plan. No me voy a quedar de brazos cruzados. Yo debo conocer a este hombre y solo tengo una semana.

¡Mierda! Antes me parecía demasiado tiempo pasar siete días aquí y ahora sí es poco, poquísimo. Y valga mi suerte, quién sabe si me lo encuentre de nuevo en este enorme barco.

No, no... tengo que hacer algo y ¡YA!

¡Ya sé!

—Salgamos por allá —. Señalo la salida que está a un lado de los chamos.

Le cuento a Daniela al oído mi plan siniestro: Daniela debe disimular que tropieza con uno de ellos y les va a pedir perdón en español. Si responden, así sea con una sonrisa, es porque entienden, ¿no? O, si hablan otro idioma, probablemente contesten en otro idioma. La cara de disculpas es idioma universal.

―¿Por qué tengo que ser yo la que lo empuje? ―pregunta, aunque no le parece mala idea y está animada a hacerlo.

Ahora que lo pienso bien, no me convence mucho.

Cuando nos levantamos de nuestros asientos intento frenar a Dani. No me da tiempo y ¡BOOM! Golpea, sin querer queriendo al amigo del que me gusta y lo agarra por los brazos para pedirle perdón

Definitivamente, si las miradas mataran, Dani estaría muerta en este instante.

Pero bueno, Daniela también se pasó de showsera. Con un simple empujón bastaba, pero se metió en el personaje. Sabía que era la indicada, también porque es la única que conozco.

Funcionó el plan, por más que la vieron mal y no le respondieron, creo que tengo mi respuesta. No hablan español.

―¡Qué antipático! En cualquier idioma se puede entender mi cara de lástima... No son rusos, ¡son maleducados! ―reclama Daniela.

¡Cónchale! Me da un poco de tristeza, yo quería que hablara español... por lo menos todavía tengo tiempo para conocer al más bajito, bueno, aunque debe medir 1.82 metros aproximadamente. El otro mide como 1.90 metros. Son altísimos. Sí deben ser rusos, los rusos son muy altos.

La hermana de Alice sale del ascensor. Su nombre es Carol, tiene 13 años. Es idéntica a Alice, solo que con el pelo rulo.

—Alice, ya es tarde. Papá te está buscando.

Hora de dormir para las hermanas españolas. Intercambiamos nuestros números de habitación para vernos luego.

Ahora, a seguir con el tour.

Caminamos por las áreas al aire libre del barco hasta llegar al simulador de surf. Buscamos un buen spot para ver el cielo.

Acomodamos unas butacas dando hacia la estela que deja el crucero en el mar.

¡Qué belleza! La unión entre el mar, la noche repleta de estrellas y un barco, sin duda me hace sentir en una película como ¡Titanic! Sé que tú también lo pensaste.

Chismeamos tan tranquilamente, que en minutos le agarro confianza a Andrés. Nos hacemos miles de preguntas y aprovecho para hacer mi buen papel de espía y sacarle información sobre el novio de Mory. En esta vida hay que desconfiar mucho, sobre todo cuando se trata de hombres.
Ok, aquí hay algo raro. Estos dos se miran mucho con ojos brillosos como de... ¿amor?

¡Nah! No creo... ¿o sí? Pero, ¿en qué momento? ¿Cómo es que...? Se hacen cariñitos mutuamente por tiempos largos. Andrés acaricia la espalda de Dani, luego el pelo. Ella se sienta en la misma butaca que él, entre sus piernas, quedando recostados, muy romanticones.

Estoy de más en esta situación, y como dije, la escena parece película romántica, solo que estoy yo de mal tercio.

Desvío el tema para no sentirme tan fuera de lugar.

―Yo tengo que conocer al niño de la discoteca. No importa de donde sea, solo quiero conocerlo.

―¡Ay, Luli! Ojalá sí lo conozcas. Yo te ayudaré en lo que pueda ―Dani sí es buena amiga.

―¿Por qué tanto empeño en ese chamo? Hay millones y tú lo quieres a él ―pregunta Andrés sin entender cuál es mi punto.

La "Luli cuenta cuentos" sale a flote. Le explico toda la historia de como no quería venir al crucero y el cambio drástico que dio mi viaje cuando vi todos los niños guapos que hay aquí y ahora más con ese ruso que me hipnotizó a primera vista.

Sin dudas, ahora es distinto.

Lo que sentí al ver al "ruso" fue algo inigualable. Fue como saber que es él, el indicado, sin siquiera saber su nombre. Estoy segura de que él me vio también, aunque no de manera obvia como lo hice yo.

Capaz sintió lo mismo, capaz pensó que soy la indicada, o simplemente la loca que lo acosaba. No conozco la razón de lo que siento, solo sé que algo me dice que debo conocerlo. ¡Tengo que conocerlo!

No puedo dejar de pensar en él, es como si le hubiera tomado una foto con mi mente y tengo su imagen perfectamente grabada en mi memoria.

Cálmate, Luli. No te puedes sonrojar solo de pensarlo.

Manos a la obra, porque los días comenzaron a pasar y ya se fue un día completo. ¡Me tengo que apresurar!

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