Capítulo 14

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Me concentro lo más que puedo en la realidad. Ya dije que no soy la niña a la que le caen los chamos bellos y menos el que normalmente me gusta. Ese jamás voltearía a verme, pero aquí está. No sé si le llamo la atención o simplemente le caigo bien, pero me está hablando.

Conversamos sobre nuestros países, lo bueno y lo malo de cada uno, como adultos hablando sobre política. Daniela y yo narramos nuestra historia de cómo somos amigas, el colegio, nuestra mejor amiga y la casualidad de estar juntas en este crucero.

Ellos nos cuentan de sus familias, sus hermanos, la cultura mexicana, el picante y nos enseñan palabras mexicanas. Nosotras les enseñamos palabras venezolanas, casi todas son groserías. ¡Qué vergüenza!

Cada vez que ellos hablan, no podemos evitar reír. Su acento es muy gracioso y hermoso. Se distingue fácilmente del nuestro, que ni pronunciamos la "S", la "J" o la "R". En cambio, ellos sí hablan bonito y pausado.

―Oye, ¿te estás burlando de mí? ―insinúa Rodrigo con una mirada seductora.

Me fascina cómo habla. De todos modos, me sonrojo y niego entre risas que no frenan por más que lo intente. Se burla de mi pena y ríe por mi forma de hablar.

Estamos a mano. Me imita, o eso intenta, pero no lo logra. Seguro así hablo mexicano, como él venezolano. No manches, wey, obviamente no se me da ni un poco.

Duele mi mandíbula por las carcajadas, pero no importa, vale la pena el dolor. Estoy disfrutando de esta compañía como nunca había disfrutado de otra. Tienen cada cosa que los hace únicos y ellos gozan burlándose de nosotras.

—¿Qué hacen en su día a día? ¿Cuáles son sus hobbies, deportes? —pregunta Carlos.

—Yo soy la capitana del equipo de vóleibol del colegio —dice Daniela, orgullosa de sí misma —justo un día antes de venir tuve un torneo importante y, por supuesto, ganamos.

Es la niña más fitness que he conocido. Tiene un cuerpazo y le fascina ejercitarse.

—Ah, pues yo hago natación. Soy parte de la federación de México. Compito alrededor del país y, otras veces, fuera. Me encanta competir. Es una sensación muy chida —que cool lo que hace.

Me siento como una vaca bien obesa escuchando sus historias. Claramente evito contar mis hobbies y rutinas, se van a reír de mí. Así que le pregunto a Rodrigo.

—Pues, lo mío va más allá de un hobby. El fútbol es mi pasión. Juego en un equipo de México que está muy padre y, pues me toca entrenar mucho —¡Ay Dios! Me va a dar un infarto. Mi corazón está explotando en este instante.

No hay nada que me enamore más que un chamo que juegue este deporte. Es tan atractivo un hombre que lleve ese estilo de vida, que se ejercite a diario y se interese por algo más que los videojuegos. Mi sueño siempre ha sido casarme con un futbolista, son demasiado apasionados y atractivos. Me encanta que desde tan joven esté decidido de su futuro. De verdad que cada segundo me intimida más.

Ahora sí, nadie me salva de mi turno.

—Yo... la verdad es que... a mi me fascina dormir —claramente ríen. —Al llegar de clases, duermo lo que puedo.

Se ríen de mis palabras jurando ser una broma. Me río de ellos por pensar así y a la vez muero de pena. Qué triste que sea la única que no tenga una vida activa, pero cómo amo dormir, es mi pasión, definitivamente.

El sol casi se oculta. Rodrigo observa el cielo y exclama animado:

―¿Quieren ver el atardecer en las butacas de arriba?

Dijo ¿atardecer? Ya va, ¡DIJO ATARDECER! ¿Es posible encontrar a alguien así de perfecto?

Estas cosas solo pasan en películas, no en la vida real. Me tiene a sus pies y de casualidad sé su nombre. Las mariposas de mi estómago se despiertan y se alteran cada vez más con su presencia.

Un Crucero, tú y yo... ¡Piénsalo! [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora