Capítulo 7: Tu visa está vencida

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¡MIERDA! ¡Casi le digo "Te quiero"!

Para disimular mi equivocación, suelto nuestro hermoso abrazo, jalo a Karina y le hablo rápido, pero solo digo incoherencias.

¡Qué incómodo y qué vergüenza!

Una vez en migración, Edu se coloca en una fila distinta con su papá y yo estoy como a 5 filas de separación con Karina. Ambas se mueven a la misma velocidad y nos atienden a la vez.

Passports, please ―exclama con firmeza el oficial.

Revisa nuestros documentos, teclea en su computadora. Ve a Karina fijamente.

Karina García, your visa has expired.

¿Disculpa? ¿Entendí bien?

Karina no habla inglés. Como escucha su nombre, me observa con intriga, esperando que le traduzca lo que el oficial acaba de decir.

―Tu visa está vencida.

Sus ojos se abren de par en par. Dirige su mano hacia su cuero cabelludo y se arranca varios cabellos nuevamente. Comienza la tensión.

Se me hace raro que no tenga visa vigente. Papá siempre revisa los documentos antes de viajar. Pienso bien. No creo que en Venezuela nos hayan dejado subirnos al avión sin visa.

Sir, can you check again? I'm sure her visa is there ―replico asustada.

Karina empalidece y no halla qué hacer. Me pregunta qué le estoy diciendo y no le presto atención. Prefiero sonreír al oficial con mi mejor cara para que revise bien.

Ahora que lo pienso, recuerdo que ella sacó su visa hace un año.  Mi cita en la embajada fue dos meses después de la suya.

It's not here, miss. I know what I'm saying and I can't find it. The visa right here has an expiration date of 2010. So, her visa has expired ―alza la voz causando que Karina se arranque un pequeño mechón de cabello y aumente su estrés.

Aunque no entiende nada, el tono de voz la espanta. Está a punto de llorar. El oficial llama a su supervisor. Otra señal sobre el viaje. Solo falta que el barco se hunda para tener un final dramático.

El oficial nos escolta a unas oficinas a un lado de los cubículos de migración. Es decir, vamos al famoso "Cuartico". Aquí es donde interrogan y revisan toda tu información y cosas.

Ahora sí nos asustamos.

Nunca me había pasado esto e imagino que a Karina tampoco por su pálida expresión a punto de desmayarse.

Aprovecho para explicarle lo que dijo el oficial y ella sigue sin entender cómo su visa está vencida. A mí me parece raro que mi papá no se haya fijado antes, cuando siempre está al día con los documentos de todos, excepto con mi permiso de viaje, por supuesto.

Al llegar a la habitación de cuatro paredes, me sientan en unas sillas de espera y Karina pasa a otro cuarto. Entran dos oficiales con ella . La traen de vuelta y nos devuelven al módulo de migración.

Excuse me, there was a misunderstanding. I already found your visa. It was in your old passport ―confirma el oficial que nos atendió desde un principio.

Cuando le traduzco a Karina, suelta una risa nerviosa, pero aliviada. Por los nervios, se le había olvidado que tiene un pasaporte vencido con una visa vencida y otra renovada y además tiene el pasaporte nuevo vigente.

Después de las clásicas preguntas "¿Qué harán en Estados Unidos?, ¿cuál es el propósito del viaje?, ¿cuántos días estarán en el país?, ¿dónde se hospedarán?, ¿cuál es su parentesco?, ¿cómo se irán del aeropuerto?", etc... continuamos nuestro camino hacia las correas de salida de equipaje.

Las maletas ya están a un lado de la correa, pues tardamos mucho en salir.

Busco a Eduardo a mi alrededor. No consigo verlo. Imagino que ya se fue. Menos mal nos despedimos con antelación.

Papá y los demás se alivian al vernos. Nos ayudan con el equipaje y vamos directo al carro que ya buscaron mientras nosotras tardamos en el cuartico.

Papá llora de la risa cuando le contamos lo que sucedió. Imagina perfecto a Karina arrancándose pelos por estrés. Ella todavía ríe nerviosa con un poco de trauma. Apenas está cayendo en cuenta. Cuando Karina se estresa mucho no piensa con claridad, por eso olvidó que su visa estaba en el otro pasaporte.

Menos mal fue solo un susto y no nos devolvieron a Venezuela, aunque hubiera sido lo ideal, en mi caso.

—Eduardo me pidió que te dijera que ya se tuvo que ir —susurra Kike a mi oído.

Qué bello que hizo eso, aunque debe ser incómodo para mi hermano que su amigo le pidiera ese favor. A la vez, qué lástima que no pude verlo de nuevo, quería despedirme de él.

Ya en la habitación del hotel, Kike y Ricky se apoderan de las camas y me dejan el sofá-cama. Cuánta caballerosidad.

A veces, los detesto.

Y esto apenas comienza.



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