CAPÍTULO 23
Riley.
Me moví lentamente en la cama sin llegar a abrir los ojos. Sentía como algo pesado en mi estómago y, aún dormida, intenté apartarlo, recibiendo un quejido en respuesta.
— ¿Tanya? — Pregunté ubicándome, alzandome lo suficiente como para verla hecha un ovillo sobre mí. — Necesito levantarme.
— Hummm. — La oí quejarse. — ¿Para qué? Es sábado y no tenemos ni clase ni exámenes. Duerme.
— Tengo entrenamiento, que dentro de poco tenemos partido.
— Pero es temprano… — Se quejó acomodándose mientras yo agarraba mi varita de la mesita de noche y hacía un tempus.
— Son las diez de la mañana. — Me reí levemente acariciándole el pelo. — Es hora de levantarse.
— En vacaciones los días empiezan a las doce.
Suspiré aún con una sonrisa en la cara y la aparté con cuidado para poder levantarme. Me desperecé una vez en pie, viendo como mi amiga agarraba todas las sábanas verdes y se acurrucaba en ellas.
— Anda, levántate y llévame a los baños. —Le toqué la nariz para molestarla.
— Así no vas a conseguir que se levante. —Una voz a mis espaldas me sobresaltó. Me giré por completo para ver como desde una de las camas una castaña leía tranquilamente. — Necesitarás algo de agua.
—¡Andromeda! —Gritó Tanya sacando la cabeza de entre las sábanas completamente erizada, sentándose rápidamente. — ¡Ni se te ocurra!
La susodicha simplemente sonrió de forma ladeada, lo que me dió a entender que, tal vez, lo de ser despertada con agua era algo común.
Me quedé observándola fijamente, había algo familiar en ella, hasta que esta cerró el libro e, incorporándose, me miró a los ojos por primera vez.
Su rostro, prácticamente idéntico al de Bellatrix, me dejó sin habla.
Una Black, fue lo único que mi mente pudo procesar.
— Riley Potter, ¿verdad? —Asentí. —Yo soy Andromeda Black, un placer. — Se inclinó sonriente en una sutil referencia al igual que solía hacer yo durante las galas y fiestas sangre-pura. A lo que yo respondí imitandola.
— El placer es mío.
Al verme asintió con la cabeza complacida y se acercó a mi amiga, inclinándose sobre ella y quitándole varios mechones de la cara con cariño.
— ¿Vamos al baño? —Le preguntó por lo bajo de forma dulce, pillandome completamente desprevenida. Tanya simplemente le respondió afirmando con la cabeza con los ojos entrecerrados, medio dormida.
ESTÁS LEYENDO
La Verdad De Sus Ojos
Hayran KurguYa no sabíamos qué hora del día era o si era de noche, la oscuridad se apoderaba de todo centímetro de luz, de esperanza... Lo único que se podía sentir en el ambiente era la tensión que había entre morir y vivir que se podía cortar con un simple mo...