PRESENTE
Me encontraba en la habitación de Ecco, estaba todo polvoriento y olía a humedad o algo parecido. Había pasado ya dos semanas desde que me encontraba aquí, Jeremiah apenas y yo hablamos desde lo que pasó en el pasillo. Estaba rebuscando unas cosas que tal vez estarían aquí pero no encontré nada.
Noté que había un cuaderno en el escritorio, al abrirlo noté que el nombre de Jeremiah estaba en todos lados lleno de corazones y demás. Dejé el cuaderno a un lado y negué con la cabeza.
—Dios, estabas loca desde hace mucho antes —murmuré.
Seguí rebuscando hasta que en un closet noté que había una caja pequeña, parecía esas cajas sorpresas que tenían una melodía y un muñeco aparecía. Sin embargo, la caja estaba abierta, y un muñeco de payaso horrible estaba ahí. Lo examiné pero no había nada de malo en ello, hasta que noté que en la boquilla había un líquido morado o algo así. Intenté olerlo pero alguien lo había tirado al suelo.
—¡No toques eso! —grita Jeremiah alejándome de la caja que estaba en el suelo.
Noté que tenía sus brazos alrededor de mi cuerpo así que me aparté, Jeremiah me tomó de los hombros igual pero volví a apartarme, alejándome unos cuantos pasos de él.
—¡¿Qué mierda pensabas?! —me grita.
—¡Estaba encontrando algo! —grité en respuesta—. Ella tomó algo mío hace años, y pensaba que estaría aquí.
—No tengo tiempo para tus estupideces, ponte a trabajar.
—Trabajaré cuando haya terminado de encontrar esta estúpida cosa como tú le llamas —dije rápidamente, él se acerca rápidamente a mi pero le detengo poniendo una mano en su pecho—. Necesitas ese gas, y que yo sepa Scarecrow está muerto, soy la única que te lo puede hacer sin que nadie sospeche. Así que te calmas, y me dejas a mi hacer el trabajo.
—Que sea rápido —murmura y yo le doy una media sonrisa—. Esperaré aquí.
Puse los ojos en blanco y comencé a rebuscar entre los cajones pero no había nada, hasta que en el cajón de su escritorio lo encontré. Sonreí al encontrar el broche de cabello con pequeños diamantes incrustados, Jeremiah al verlo simplemente desvió la mirada.
—¿Lo recuerdas, verdad? —sonreí, me acerqué a él y me lo coloqué en el cabello—. Tú fuiste el que me lo dio hace años.
—¿Por qué Ecco lo tenia? —me preguntó serio—. Pensé que lo habías perdido.
—Ella me manipuló —admití—, ella me vio salir con Bruce Wayne una vez. Me dijo que te lo diría si es que no le daba el broche, y preferí hacerlo... No me malinterpretes —sonreí, pero él me fulminó con la mirada—, Bruce y tú trabajaban en el generador de energía y pues no quería que pensarás mal, después te todo solo yo era la chica con la cual te acostabas.
—Sí, me da gusto que lo admitas —le di una sonrisa de mala gana—. ¿Por qué lo querías encontrar entonces? —yo me quité el broche, para luego dejarlo en su mano.
—Porque ya no lo quiero —él frunce el ceño—, antes era algo muy preciado para mi, pero al parecer para ti simplemente fue algo insignificante. Por eso prefiero no tenerlo —sonreí—, después de todo no significas nada para mi.
—Sé a lo que juegas, amor —sonríe y niega con la cabeza—. Tienes tanta ira en tu interior que la sacas comportándote como una malcriada —él me toma de la cadera y me acerca hacia su cuerpo—. Y créeme, amor. Eso me excita bastante.
—Oh, que mal —hice un puchero—. No pensamos lo mismo, sabes. Es que esas cejas, Dios, me tengo que contener mucho para no reírme en tu cara, Jerome —me puse una mano en la boca y él me fulminó con la mirada—. Oh, perdón, tú eres Jeremiah. Lo siento, es que son tan parecidos que me enferma.
Él me aprisiona contra la pared y saca una navaja de su bolsillo, siento el frío de la hoja en mi cuello pero aún así disfruto verlo así de molesto. Sonreí.
—¡Una palabra más y...!
—¿Y qué? —interrumpí—. ¿Quieres matarme? —reí un poco—. Hazlo, vamos, solo hazlo. ¿Qué tienes que perder, Jeremiah? Ni siquiera tienes los huevos para matarme.
—No me provoques, amor. No soy el Jeremiah de antes. Sabes que puedo hacerte mucho daño.
—Entonces hazlo —murmuré cerca de su cara—. No es la primera vez que me haces daño... Te reto a que lo hagas —susurré—, maricón.
Sentía el filo de la navaja cada vez presionando mi cuello, pero sentí la navaja deslizarse por mi pecho, él apartó el trozo de tela de mi camisa con el cuchillo para ver el lado derecho de mi clavícula. Tomé aire cuando sentí el filo de la navaja trazar los mismos puntos de mi cicatriz pero sin hacerme daño. Cerré los ojos, tratando de controlar el dolor que alguna vez sentí. Vuelvo a abrir los ojos cuando no siento más la navaja.
—¿Lo ves, amor? —murmura Jeremiah—. ¿Cómo piensas vencerme si ni siquiera puedes vencer tu trauma?
—Lo he superado —aclaré.
—Solo un poco —dice él—, necesitas superarlo por completo, y yo creo que tu estancia aquí puede hacerlo.
Él toma el broche y lo coloca en mi cabello, tal y como lo hizo hace años. Lo miré a los ojos y él puso su mano en mi mejilla.
—No cambies, me gusta que tú seas la sumisa —abrí la boca indignada, entonces él se alejó—. Vamos, tenemos trabajo que hacer.
—No soy tú puta sumisa —gruñí a sus espaldas cuando salimos de la habitación—. Yo puedo tener el control —él ríe a carcajadas—. ¿Qué? —gruñí.
—En tus sueños seguramente. Por si no lo sabes, amor, puedo ser muy rudo.
—¡Ja! —grité.
—¿Qué?
—¿Tú, alguien rudo? —sonreí—. No me hagas reír, me dormía cada vez que estabas encima —él se detuvo y se volvió hacia a mí.
—Puedo ponerte en las posiciones que yo quisiera, amor. Y créeme, no podrás ni siquiera levantarte al día siguiente —yo sonreí.
—Sabes que el sexo no me importa en absoluto.
—Sí, lo sé, y eso te hace mucho menos divertida, amor —fruncí el ceño molesta y junté mis labios.
—Él hecho de aspirar un gas de la locura, Jeremiah. No te hace el cogedor más grande del mundo, además con el tamaño que tienes, eso decepciona bastante.
—¿Quieres apostar? —se acerca más a mi—. Puedo hacer que te corras en solo dos minutos —reí.
—Sí, dos minutos en años luz. Mejor olvídate de esto —le di pequeñas palmadas en su pecho y empecé a caminar—, ahora entiendo porque este laberinto es enorme, lo recompensas con algo que no tienes.
—Algún día te tragarás tus palabras, aunque la verdad prefiero que tragues otra cosa.
—Ya cállate y vamos a hacer este trabajo de una vez.
Sonreí negando la cabeza pero luego me di cuenta de algo, estábamos hablando como lo hacíamos hace años, con chistes y riéndonos de nosotros mismos del pasado. Me preguntaba si Jeremiah lo había notado, o si simplemente lo había hecho yo, pero tenía que admitir que esta pequeña conversación, me hacía sentir como si le estuviera hablando a un viejo amigo.
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PSYCHO ☠︎JEREMIAH VALESKA☠︎
FanficPRECUELA DEL FANFIC MANIAC Lo conocí desde mucho antes, en mi mente había sido un vago recuerdo del pasado. Cuando mis padres murieron en un trágico accidente sabía que tenía que volver a la ciudad. Estaba sola, hasta que él volvió a aparecer con...