𝟑: 𝐕𝐄𝐍𝐆𝐀𝐍𝐙𝐀✔️

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Briella.

El frío que emanaba el suelo fue el causante de revocar la inconsciencia que había tenido por quien sabe cuánto tiempo. Parpadeé varias veces para acostumbrarme a la luz pero cuando intenté sentarme el dolor llego a mí de una manera abrumadora. La condición climática era demasiado helada y el frío comenzaba a calarme hasta los huesos ya que solo portaba un simple vestido.

Al recordar lo que sucedió dirigí inmediatamente mi mano a la parte trasera de mi cráneo en busca de una herida o de sangre, pero un gran alivio me albergó cuando mi mano volvió limpia de aquel color rojizo. Debido al impacto que había sufrido mi cabeza dolía, pero solo un poco ya que era soportable. Lo que no toleraba era el gran cansancio que sentía mi cuerpo y no tenía idea del por qué.

Observé de manera minuciosa el entorno sin que esté me fuera familiar. Estaba entre cuatro paredes de madera las cuales tenían varios huecos por los que se colaba el frío. Mi cuerpo comenzó alertarse de inmediato. Con las pocas fuerzas que me quedaron intenté ponerme de pie, sin embargo, al intentar dar un paso algo me detuvo y caí en saco al suelo. El impacto causó que el dolor que tenía anteriormente aumentara aún más.

Sin pensarlo dos veces estiré mis manos hacía la parte inferior de mi vestido para elevarlo y ver qué era lo que me había detenido. Una sensación de peligro llegó a mí cuando divisé como una cadena oxidada estaba atada a mi tobillo derecho la cual limitaba mis movimientos. Comencé a temblar, sin embargo, ya no era de frío ni de dolor, sino, del terror que surgía desde el fondo de mis entrañas.

Coloqué mis manos sobre la cadena en un intento fallido por quitarla, el peso era demasiado y mi débil ser no podía con esa tarea. Sabía perfectamente en qué situación me encontraba: secuestrada. Antes de seguir pensando en todo lo negativo que esto me podría traer una ligera esperanza de estar retenida en mi país llego a mí sin saber qué poco después sería destruida sin escrúpulos.

—Al fin ha despertado su majestad —una voz masculina con cierto tono de cinismo irrumpió mis pensamientos.

Mis sentidos de alerta se activaron.

—¿Quién... quién eres? —cuestione con voz temblorosa— ¿Qué quieren de mí? ¿Dónde estoy?

Escuché como algo pesado cayó al suelo lo cual me hizo dirigir la mirada a mi costado derecho —donde la oscuridad abundaba— y fue ahí cuando lo vi venir hacia mí arrastrándose con la misma sonrisa macabra y sádica que vi antes de caer en la inconsciencia. Inmediatamente retrocedí hasta que mi espalda chocó con una de las paredes. Él se sentó a unos cuantos metros de distancia.

Su rostro ahora estaba impecable. Aquellos ojos se veían más azules que nunca. No podía creer que me había equivocado, que no pude reconocer su naturaleza y me acerqué a él sin saber que era uno de nuestros enemigos. Su mirada cargaba repugnancia además de desprecio y pequeños atisbos de cólera. No existía ni una pizca de calidez en su ser.

—Soy alguien que te hará desear no haber nacido.

Tragué saliva, aterrada.

—No he hecho nada. No te conozco —titubeé, pero mis palabras eran ciertas.

—Tú no —respondió. Después saco de su cinturón de cuero una pequeña daga la cual captó mi atención por su gran brillo. Entonces comenzó a girarla de lado a lado admirándola—, pero tú padre sí.

—No tengo nada que ver con sus asuntos —admití.

—Tal vez —alzó su mirada hacía mí, clavándome sus ojos los cuales hicieron que un escalofrío me recorriera—. Para tu desgracia, llevas su sangre y eso es más que suficiente.

𝐖𝐀𝐑 𝐎𝐅 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒 ༄𝑽𝒊𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora