𝟐𝟔: 𝐀𝐍𝐆𝐋𝐈𝐀✔️

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Briella.

   Las gotas de lluvia chocaban contra el vidrio de la ventana mientras que a mi espalda escuchaba de manera clara como Aldrich desataba sus botas. Mi ansiedad creció cuando por el reflejo del cristal vi como él se apresuraba en despojarse de la ropa. Cierto temor comenzaba a expandirse por mi cuerpo ante lo que seguía. Tenía que hablar ahora, sino, sería demasiado tarde.

La vergüenza mezclada con el miedo era una terrible combinación.

—No es necesario que se desvista —dije eliminando el silencio que nos envolvía. Al fin había encontrado el valor para hablar—. No pasará nada entre nosotros. Ni hoy, ni nunca.

Una risa nerviosa brotó de sus labios. Me giré hacía él con semblante serio mientras que con mi pulgar giraba el anillo que tenía en mi mano izquierda. Estaba aterrada. Cualquier cosa podía pasar, si él no aceptaba lo que le diría podría matarme o ultrajarme. No sabía a ciencia cierta cuál sería su reacción.

—¿De qué hablas, esposa? —respondió mientras se sentaba sobre la cama—. Debemos consumar el matrimonio, los testigos deben de ver las sábanas para hacer válida nuestra unión.

Su respuesta logró quitarme un peso de encima. Sin saberlo, me había demostrado que no tomaría posesión sobre mí a la fuerza. «Quizás eso es lo que quieres creer».

—Me he casado con usted porque era la única manera en la que podía disponer de mi herencia. Nada más —exclamé al mismo tiempo que tomaba asiento en un pequeño sofá.

Sus cejas se alzaron, indignado.

—¿Eso quiere decir que solo soy un peón en sus planes? Me ha usado para sus propios intereses.

—Sí, así es —afirmé—. Al igual que usted lo ha hecho conmigo.

—No me casé con usted por interés, princesa —aclaró.

—Sé todo sobre usted, así que por favor quítese la máscara que pretende usar.

—Y... ¿qué es lo que según sabe de mí?                  

—Ya lo he dicho, así como yo, usted se casó conmigo por mero interés, por mi posición, claro.

—¿Qué interés podría tener en su posición?

Este hombre era dócil, al menos en eso Dios se había apiadado de mí. Aldrich no quería que nadie se enterara que estaba en bancarrota, pero para su mala suerte yo ya lo había descubierto. Y quizás podría manipularlo con eso.

—Apreciable Conde, usted despilfarró la fortuna de su familia. Por eso vino a Wessex, porque no tiene donde caerse muerto —la postura recta que lo mantenía se desequilibró y cuando evadió mí mirada supe que había dado directo en el clavo—. No vino aquí a visitar a su prima.

—¡Blasfemias! —negó.

—Por favor, ahorrémonos tiempo y no me mienta. De verdad que sé todo sobre usted —espeté remarcando la palabra "todo"—. Quizás pudo engañar a la corona, pero no a mí. Respóndame con sinceridad, ¿realmente estoy mintiendo?

Su manzana de Adán bajo con pesadez por su garganta.

—No, no miente.

Una sonrisa victoriosa enmarcó mi rostro. Sin embargo, la temperatura de mi cuerpo descendió en cuanto se acercó a mi con pasos amenazantes. Mi espalda chocó contra el respaldo del sofá cuando sus dos brazos se sostuvieron sobre los del mueble, acorralándome. Mi miedo emergió de nuevo cuando percibí sus facciones alteradas.

—No puede hablarme así y mucho menos crea que podrá amenazarme con dicha información —gruñó.

Dejé que mi cuerpo se resbalara por el sillón y coloqué mi rodilla entre sus piernas indicándole con la mirada que si era capaz de tocarme un pelo él no saldría ileso.

𝐖𝐀𝐑 𝐎𝐅 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒 ༄𝑽𝒊𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora