𝟗: 𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎✔️

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Briella.

Mis dedos se movían con destreza por entre las hebras de mi cabello mientras trazaban una trenza a su paso y cuando estos llegaron hasta la punta de mi nuevo peinado lo amarré con un trozo de tela. Debido a la última experiencia desagradable que había vivido decidí que mi cabello no sería más libre, de ahora en adelante se mantendría atado. Al igual que mi vida en este lugar.

—¡Maldito cerdo degenerado! —bramó Skade mientras caminaba de un lado a otro dentro de nuestra choza.

Después de lo que pasó la encontré por mera casualidad en el camino. Al verla no pude evitar desmoronarme. Antes de poder contarle lo que sucedió lloré hasta más no poder. Ella me reconfortó pacientemente mientras susurraba palabras de aliento aunque desconocía por completo los motivos que me provocaron tal reacción. Me llevó un tiempo saciar aquel dolor e impotencia que cargaba y cuando pude apaciguarme un poco le conté todo.

—No debí haberme alejado tanto —la miré—. Fue un error andar sola por un lugar que desconozco.

La rubia se paró en seco y me miró como si le hubiera dicho una tontería.

—No fue ningún error y mucho menos tú culpa. Nosotras, como mujeres, debemos poder ir a cualquier lado sin temer a ser atacadas —demandó.

—Cada vez me siento peor en este lugar, corro peligro en cualquier lado —dije con voz apagada.

Mis ojos se habían clavado sobre el suelo y miles de pensamientos me abrumaban.

—Tengo una idea —mi vista volvió nuevamente hacía mi compañera y pude notar un brillo peculiar en sus ojos.

Una pequeña sonrisa apareció sobre sus labios.

—¿Qué cosa?

—Aprendamos a luchar, como las doncellas escuderas. Seremos incluso mejores que ellas —anunció con cierto entusiasmo.

Escuderas. Había escuchado alguna vez sobre aquellas doncellas, hermosas mujeres que peleaban junto a los hombres que las veían como a sus iguales. Su fiereza en las batallas era impecable y memorable. Pude notar algunas de ellas cuando atacaron el palacio de mi padre. La determinación y valentía con la que luchaban mostraba su verdadera esencia.

Por otro lado, no creía ser capaz de siquiera poder levantar una espada. Era una debilucha en todos los sentidos.

—Eso sería increíble pero no creo poder llegarles ni a los talones.

—Por favor amiga... —chilló marcando la última palabra.

Cuando mi mente proceso aquella palabra con la que se había dirigido a mí pude sentir como mi corazón rebosante de emoción dio un vuelco de pura felicidad. Nadie jamás me había llamado de aquella manera y saber que Skade me veía cómo su amiga había hecho que recuperara un poco mis ánimos.

—Pero estamos ocupadas la mayor parte del día y terminamos agotadas —le recordé.

—Podemos entrenar por las tardes o noches.

—No tenemos armas y creo que nos reprenderían si alguien descubre lo que hacemos.

—Los Ragnarsson tienen un sitio donde entrenan a un costado del bosque. Hay armas e instrumentos para que podamos comenzar.

—¿Y cómo sabremos que no irán mientras estemos allí?

Le hice saber todos los puntos negativos de su propuesta, sin embargo, ella lograba encontrar la respuesta adecuada a todos mis peros.

—Suelen entrenar todos juntos durante la mañana solamente. Después cada uno se mete en sus asuntos. Jamás vistan ese lugar por las noches.

—¿No te aterra la idea de que puedan atracarnos mientras estamos solas?

𝐖𝐀𝐑 𝐎𝐅 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒 ༄𝑽𝒊𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora