VIDA ©

10. MENTIRAS

NARRA VANESSA:

- Vale, Charlie. Al lío. - le digo a mi tío mientras entro por la puerta de su casa.

Él sale de la cocina y me mira sorprendido.

- Lo primero, hola. Lo segundo, ¿cómo has entrado en mi casa?

- Le pedí a Berta una copia de la llave cuando fuimos a Malibú.

- ¿En el viaje de hace tiempo? ¿En el que rompiste con tu novio?

- Ex-novio. - recalco. - Y archi-enemigo.

- Lo que sea. ¿Qué te trae por aquí?

- ¿No crees que va siendo hora de que me enseñes algo de una vez?

- ¿A qué te refieres?

- Venga... sabes perfectamente a lo que me refiero.

- Te puse una condición, Vanessa. No hagas que me arrepienta de mi decisión y haga que te encierren en tu habitación y no te dejen salir nada más que para comer e ir al instituto.

- Vamos a ver. Tú me dijiste que me ayudarías.

- Y yo te dije que primero estudiaras.

- No me sirve de nada.

- ¿Crees que dirigir una empresa es tan fácil? - me dice sentándose en el sofá frente a mí, con un vaso de whisky y las piernas cruzadas.

Le miro entrecerrando los ojos.

- No es una empresa. Es una mafia.

- Te lo he dicho muchas veces, lo que uno lidera siempre es una empresa.

- ¿Y... se puede saber qué clase de mafia es la que tú tienes?

Se queda pensando antes de responderme.

- Una de esas que no trafica con personas, pero que ayuda a que las mercancías, sean las que sean, pasen las fronteras sin ningún problema.

- ¿Droga?

- De todo.

- ¿Mujeres? - le digo tragando saliva con nerviosismo.

- Siempre me he negado a ser parte de ese tipo de tráficos.

Suspiro levemente de alivio. Sé que, aunque mi tío se dedique a lo que realmente se dedica, es una muy buena persona.

- Sé que quieres aprender muchas cosas, Vanessa. Pero, ¿qué es lo primero que quieres que te enseñe?

- Quiero saber como manejar un arma en condiciones.

- ¿Nunca has utilizado ninguna?

Le miro con una sonrisa triunfadora y escalofriante. No lo digo yo. Lo dice la casi sonrisa que le ha aparecido a mi tío cuando le he respondido.

- Puede.

Pero al segundo, se torna seria.

- Pues no deberías. Eres una niña.

- ¡¿Por qué todos os empeñáis en tratarme como una cría?!

- Porque tienes solo 18 años.

- ¡ME DA IGUAL! ¡YO NO SOY NINGUNA NIÑA!

- Al gritarme así te estás portando como una niña malcriada.

Cada vez me enfurezco más.

- ¿Sabes qué? Cómo quieras. Pero luego no me vengas diciendo que debería haber aprendido antes.

- Véte a estudiar, Vanessa. Creo que tienes exámenes finales.

Me doy la vuelta más enfadada que nunca, pero en ese momento me paro en seco y me giro hacia mi tío.

- ¿Puedo ir al baño?

Me mira con los ojos entrecerrados.

- Claro. Estás en tu casa.

Dicho esto, se va hacia la cocina y desparece. "Pobre ingenuo", pienso mientras una sonrisa malvada aparece en mi cara.

Me dirijo al baño encendiendo la luz y cerrando la puerta para que no sospeche nada, y me voy al despacho de mi tío sin hacer ruido. No sé si se piensa que soy tonta.

Abro y cierro la puerta tras de mí y me quedo mirando el lugar. Es un despacho amplio, luminoso, con grandes ventanales y las paredes blancas. No parece el despacho de un mafioso. Repaso la habitación de arriba a abajo en busca de...

- Lo encontré. - digo sonriendo mientras cojo una de las pistolas de repuesto que mi tío guarda en su escritorio. Es un cajón secreto, nadie sabe que está ahí, excepto él... y yo. Me levanto y dejo todo tal y como estaba mientras me coloco la pistola en la parte baja de mi espalda, pillada con mi pantalón.

Salgo del despacho y me dirijo al baño para tirar de la cadena del inodoro. Así no sospechará.

- ¡VANESSA! - mierda.

- ¡Dime!

Entro al salón por el pasillo y veo que mi tío está sentado en el sofá.

- No sabía que seguías aquí.

Me escondo la pistola con la camiseta, ocultándola por completo.

- Sí, he tardado un poco en el baño. - pienso y entonces me río. - Si fuese tú, no entraría ahí en horas.

Mi tío pone una mueca de asco y suelto una carcajada.

- Lárgate ya, anda.

- A sus órdenes. - le digo como un militar.

Salgo por la puerta y me dirijo a paso rápido hasta mi casa. Dejé una especie de papel arrugado en el cajón secreto para crease un poco de bulto. Sí sé que no sirve de nada, pero espero que no se de cuenta. Si no, estoy perdida.

Una vez más, Vanessa Grey metiéndose en problemas, señoras y señores.

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

NARRA CHARLIE:

Esto no me da buenas vibraciones. Vanessa no suele tardar tanto en el baño, por el amor De Dios. La conozco desde que es un bebé. Sale a los dos minutos de haber entrado, sea para lo que sea. Y tengo la sensación de qué es lo que ha hecho, y no me gusta un pelo.

No debería darle más vueltas a un asunto del que no tiene sentido preocuparse, pero sé que algo va mal.

La conozco, y ahora mismo, mi sobrina es capaz de hacer lo que sea. Y si lo hace, no hay quien la pare.

Será una buena sucesora, de eso estoy completamente seguro. Creo que su entrenamiento no debería tardar en comenzar. Está más que preparada, y ella lo sabe. El problema y la simple razón por la que no quiero que esto comience es por ella y por sus padres, sobre todo por su madre.

Sí a Vanessa la llega a suceder algo más, Anna no me lo perdonaría. Estamos hablando de su hija, en los problemas que no se haya metido ya... Pero todo puede suceder en el mundo de la mafia. De todas formas, Vanessa es una mujer, y sí, digo mujer, porque tal y como toma sus decisiones, aunque alguna sea un poco alocada, siempre consigue lo que quiere. La determinación y el hecho de tener un objetivo es lo más importante en este entorno.

Pero hay veces que Vanessa no piensa antes de actuar. Y eso en ocasiones puede ser peligroso.

Y no lo digo solo por una, dos o tres veces. Sino por todos los casos en los que sus alocados planes nos han metido en un lío gordo.

Y sí, también lo digo por lo que acaba de hacer antes de salir. Se cree que soy tonto. Se cree que puede engañarme a mí, a su tío, a uno de los mafiosos más peligrosos y uno de los más importantes del continente.

Como había imaginado, al abrir el cajón "secreto", ya no tanto, de mi escritorio, la pistola no estaba.

Esa peli-negra me las va a pagar.